San Pascasio Radberto
Está considerado el mayor teólogo del siglo IX por su tratado sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía, como también por algunas obras sobre María
Está considerado el mayor teólogo del siglo IX por su tratado sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía, como también por algunas obras sobre María. En relación a la Virgen, intuyó la Inmaculada Concepción escribiendo que “estaba libre de todo pecado original”.
Se puede decir que san Pascasio Radberto (c. 790-865) tuvo, desde el inicio, una unión especial con la Madre celeste. Poco después de su nacimiento fue abandonado en la escalinata de la iglesia de Notre Dame de Soissons, donde fue recogido por unas monjas benedictinas que, junto al monasterio masculino de la ciudad, se ocuparon de él. Lo bautizaron con el nombre de Radberto. Hacia los 22 años decidió entrar en el monasterio de Corbie, guiado por san Adelardo, hermano de la abadesa que le había cuidado y a la que el joven adoraba, lo que es comprensible.
El santo adoptó el nombre religioso de Pascasio y dividió su vida monástica entre la oración, el estudio y la docencia. En plena madurez, entre el 831 y el 833, redactó su escrito más célebre, el De Corpore et Sanguine Domini, una exposición amplia y de gran hondura sobre la naturaleza de la Eucaristía. Como los Padres de la Iglesia antes que él, entre los cuales san Ambrosio, Pascasio explicó que las palabras de Cristo en la Última Cena («Tomad, comed: esto es mi cuerpo»; «Bebed todos; porque esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados») expresan literal y claramente la presencia del Cuerpo histórico de Cristo en la Hostia consagrada, que «alimenta el alma y eleva la carne misma a la inmortalidad y la incorruptibilidad» del fiel que comulga.
Un hermano de comunidad, Ratramno de Corbie, contestó en un escrito la tesis de Pascasio. Sin embargo, las sólidas argumentaciones del santo vencieron y constituyeron una contribución importantísima para la definición de la doctrina sobre la transubstanciación, término que aparecerá por primera vez en un texto de Rolando Bandinelli, futuro papa Alejandro III, hacia el 1150. Tras vivir muchos años de manera ejemplar como monje en Corbie, en humildad y plena observancia de la regla, en el año 844 Pascasio fue elegido abad del monasterio. Tres años más tarde escribió el De partu Virginis. Se le atribuye la IX epístola del Pseudo-Jerónimo, Cogitis me, especialmente significativa porque contiene ya la idea de la Asunción de María, que será definida dogmáticamente en 1950 con la Munificentissimus Deus de Pío XII.
En el 851 dejó el cargo de abad, tal vez por las incomprensiones o las facciones que se habían creado dentro del monasterio, y se retiró durante un tiempo a la abadía de Saint-Riquier. Unos años más tarde, llamado por sus antiguos compañeros, volvió a Corbie como simple monje, prosiguiendo con su trabajo teológico. Poco antes de morir, les dijo a sus hermanos de comunidad que estaban pensando en cómo conmemorarlo dignamente: «No merezco ser recordado, olvidadme». Pobre de espíritu hasta el final. Pero su doctrina, profundamente mariana y cristocéntrica, seguirá resplandeciendo en la historia de la Iglesia.