San Federico de Utrecht
Pronto fue venerado como un mártir
En el Martirologio Romano su nombre está inscrito el 18 de julio y se recuerda que «brilló en el estudio de las Santas Escrituras y puso atención y empeño en la evangelización de los frisones».
San Federico de Utrecht (c. 781 - Walcheren 838) nació presumiblemente en Frisia, en una familia noble. De hecho, era sobrino del rey de los frisones, Radbod. Fue ordenado sacerdote y se le encargó la educación de los catecúmenos. Gracias a sus reconocidas virtudes, a la muerte del obispo Ricfredo fue elegido para sucederle en la guía de la diócesis de Utrecht. En su ministerio episcopal se empeñó en combatir los matrimonios incestuosos y en proseguir la evangelización de los frisones. Esta última misión se la encargó a san Odulfo, que después se convirtió en su biógrafo. El mismo Federico fue a predicar a la isla de Walcheren, en Zelanda. Mantuvo una correspondencia con el monje y erudito benedictino Rabano Mauro (también santo), que le dedicó su comentario al Libro de Josué.
Vivió los años de su madurez durante el imperio de Ludovico el Pío y las guerras civiles que se desencadenaron entre sus herederos del primer matrimonio (Lotario, Pipino de Aquitania, Luis el Germánico) y Carlos el Calvo, hijo de la segunda mujer del emperador, Judith de Baviera, la cual actuó para que Carlos fuese incluido en el reparto de los territorios.
Las circunstancias de la muerte de san Federico no están claras. Según una versión, habría sido asesinado por los sicarios de la emperatriz Judith mientras celebraba Misa, porque al parecer el obispo había condenado el libertinaje. Según otra versión, más acreditada y sostenida entre otros por el cardenal e historiador César Baronio, los autores del asesinato de Federico fueron los paganos de Walcheren que no soportaban su misión evangelizadora.
Lo que es cierto es que pronto fue venerado como un mártir. Se le invoca contra la sordera, junto al más famoso san Francisco de Sales.