San Agustín de Canterbury
Era prior del monasterio de San Andrés al Celio, en Roma, cuando el papa Gregorio Magno le confió la misión de evangelizar la antigua Bretaña. Esta tierra, de hecho, después de la invasión de los sajones (siglos V a VI) se había vuelto predominantemente pagana
San Agustín de Canterbury (534-604) era prior del monasterio de San Andrés al Celio, en Roma, cuando el papa Gregorio Magno le confió la misión de evangelizar la antigua Bretaña. Esta tierra, de hecho, después de la invasión de los sajones (siglos V a VI) se había vuelto predominantemente pagana.
Gregorio puso a Agustín a la cabeza de unos cuarenta monjes. En su viaje hacia tierras inglesas, el grupo de benedictinos, atravesando la Galia, decidió detenerse porque se sintieron intimidados por las historias sobre la naturaleza violenta de los sajones. Agustín regresó entonces a Roma, para obtener permiso para cancelar la misión, pero san Gregorio lo alentó a no desistir. Finalmente, Agustín y los otros 40 misioneros desembarcaron en la isla de Thanet. Algunos días después de su llegada, el rey Ethelberto de Kent, que había crecido en el paganismo, pero que gradualmente se interesó en el cristianismo gracias a su esposa, santa Berta, quiso conocerlos. Agustín y sus monjes, según narra san Beda el Venerable en la Historia eclesiástica del pueblo inglés, se presentaron al soberano de Kent con una cruz de plata “y la imagen de Nuestro Señor y Salvador pintada en una tablilla de madera; y entonando letanías, ofrecieron sus oraciones al Señor por la salvación eterna de sí mismos y de aquellos a quienes habían sido enviados”.
Ethelberto dio su visto bueno a la predicación de Agustín y de sus monjes y, en el curso de un año, recibió el Bautismo. Además del soberano, primer rey inglés en convertirse al cristianismo y él mismo venerado como santo, miles de súbditos se hicieron bautizar, alrededor de 10.000 según la tradición. El propio Ethelberto acompañó a Agustín a Canterbury, donde el santo italiano pudo establecer su sede, fundando lo que hoy se conoce como la Abadía de San Agustín: su función religiosa cesó en 1538, debido a la disolución de los monasterios impuestos por Enrique VIII como consecuencia del Cisma anglicano.
Gracias a la correspondencia con el papa Gregorio, otros misioneros llegaron a Gran Bretaña en el año 601, principalmente los santos Justo y Melito. Estos llevaron algunas reliquias y el palio a Agustín, destinados a él como arzobispo metropolitano. Agustín, en la práctica, se convirtió en el primado de Inglaterra, el primero de la historia. El mismo santo consagró a Melito como obispo de Londres y a Justo como obispo de Rochester, tres años después. Poco después, el 26 de mayo del año 604, cuando la evangelización de esas tierras, a pesar de las inevitables dificultades, estaba muy avanzada, Agustín regresó a la Casa del Padre. Su cuerpo fue sepultado en la iglesia dentro de la abadía que lleva su nombre.
Para saber más:
Historia eclesiástica del pueblo inglés, de san Beda el Venerable