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CAOS VATICANO

Rey, McElroy, Brambilla: los “fuegos artificiales” del Papa para 2025

Renuncia “inducida” del obispo de Fréjus-Toulon, considerado demasiado conservador, mientras que en Washington Francisco nombra a un cardenal ultraprogresista. Y de paso se desmiente con la primera monja al frente de un dicasterio.

Ecclesia 08_01_2025 Italiano English

El año 2025 se abre con otra jubilación más de un obispo de sensibilidad tradicional. Desde ayer, monseñor Dominique Rey ya no está al frente de la diócesis de Fréjus-Toulon. Francisco ya le había “comisariado” en noviembre de 2023 con el nombramiento de un coadjutor, monseñor François Touvet. Y ha sido precisamente Touvet el sucesor de Rey, que se marcha después de 25 años en la diócesis, pero con sólo 72 años de edad.

El calvario de la diócesis de Fréjus-Toulon comenzó en 2022 con una primera visita del actual cardenal Jean-Marc Aveline, arzobispo metropolitano de Marsella, y continuó con la paralización de las ordenaciones diaconales y sacerdotales ordenada por Roma. En un momento en que el descenso de las vocaciones se ha convertido en la norma en casi todas partes, Fréjus-Tolone fue una excepción gracias a la política de acogida adoptada por monseñor Rey hacia las comunidades tradicionales y carismáticas. Parece paradójico, pero los seminarios llenos en el sureste de Francia suscitaron la preocupación de la Santa Sede. En 2023, fue el turno de la visita apostólica dirigida por monseñor Antoine Hérouard, arzobispo metropolitano de Dijon, asistido por Joël Mercier, antiguo secretario del Dicasterio para el Clero. Posteriormente, a finales de ese año, llegó el nombramiento de Touvet como obispo coadjutor.

Ahora llega el acto final con la dimisión de Rey “inducida” por Roma. De hecho, el obispo francés ha decidido marcharse, pero ha hecho público el trasfondo de este epílogo. El prelado ha relatado lo siguiente en el comunicado en el que anuncia su renuncia: “Inmediatamente después de este nombramiento (de Touvet como coadjutor, ed), durante una audiencia privada el 23 de diciembre de 2023, el Papa me animó a asumir esta colaboración con espíritu fraterno y a no dimitir. Al final de un primer año en el que se levantó la suspensión de las ordenaciones para casi todos los candidatos, el nuncio me informó de que el Santo Padre me pedía que renunciara a mi cargo de obispo diocesano de Fréjus-Tolone, sin que yo tuviera conocimiento de ningún elemento nuevo distinto de los que habían motivado la designación del obispo coadjutor”.

Un procedimiento ya visto en otros casos pero sólo relatado en privado por los obispos implicados, primero con el aliento personal a no renunciar al cargo y luego la petición de dimisión enviada a través del nuncio. Monseñor Rey, sin embargo, ha decidido no ocultar cómo han sucedido realmente las cosas, explicando que, “ante incomprensiones, presiones y controversias que siempre son perjudiciales para la unidad de la Iglesia”, ha decidido adoptar el criterio de “obediencia al Sucesor de Pedro”. Además, Rey había tenido ocasión de entrevistarse y hablar con el Papa el pasado 30 de noviembre, acompañando a una delegación de parlamentarios franceses en peregrinación a Roma. El comunicado no menciona esta audiencia durante la cual, evidentemente, Francisco no mencionó su decisión de pedirle la renuncia. Una decisión de la que le informó el nuncio Celestino Migliore presumiblemente pocos días después de su regreso de Roma.

El prelado se va entre el pesar y el agradecimiento de los fieles y de los muchos religiosos ordenados durante su mandato. Y ahora son muchos los que temen que corra la misma suerte monseñor Marc Aillet, obispo de la diócesis de Bayona ya objeto de una visita fraterna en los últimos meses.

Si los tiempos son grises para los obispos con una sensibilidad eclesial más conservadora, no se puede decir lo mismo de los que luchan a favor del diaconado femenino y de la “inclusión radical” del mundo LGBT en la Iglesia católica. Francisco, de hecho, ha “ascendido” al cardenal Robert W. McElroy, gran impulsor de estas cuestiones, de San Diego a Washington. Ocupa el lugar del cardenal Wilton Daniel Gregory justo cuando el odiado Donald Trump toma posesión en la Casa Blanca. A la antigua diócesis de Theodore Edgar McCarrick llega un obispo que había sido advertido en 2016 sobre el comportamiento depredador del ex cardenal abusador. Tras algunas reuniones, el psicoterapeuta Richard Sipe, ya fallecido, hizo llegar a McElroy una carta en la que detallaba los relatos de abusos sexuales de McCarrick, pero el nuevo arzobispo de Washington se negó a recibirla.

La renuncia de Rey y el “ascenso” de McElroy no son las únicas noticias destinadas a crear revuelo en la Iglesia. El día de Reyes, de hecho, Francisco decidió nombrar a la primera mujer al frente de un dicasterio de la Santa Sede. La psicóloga sor Simona Brambilla es la nueva prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Un nombramiento escenográfico que, no por casualidad, ha hecho las delicias de los medios de comunicación dispuestos a mofarse de la enésima “primera vez” del Papa e incluso a utilizar el término “prefecta”. Sin embargo, no es un detalle menor que Francisco haya colocado junto a sor Brambilla a un cardenal, el salesiano Ángel Fernández Artime. Estaba “predestinado” a dirigir el dicasterio dirigido por el cardenal João Braz de Aviz durante catorce años, pero sin embargo Artime ha sido nombrado pro-prefecto. Y ahora muchos se preguntan qué sentido tiene un pro-prefecto en presencia de un prefecto. O viceversa.

Lo cierto es que con este nombramiento Francisco se ha contradicho: el 21 de junio de 2015, dirigiéndose a los Salesianos y a las Hijas de María Auxiliadora en Turín, el Papa había tachado de “funcionalismo” el nombramiento de una mujer al frente del dicasterio. Curiosamente, en la página web de la Santa Sede no aparece este pasaje porque solo se publicó el discurso preparado para la ocasión que el Papa no pronunció, puesto que prefirió improvisar totalmente.