San Pascual Baylón por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Qué hace el orgulloso

Y aquel día decidieron darle muerte. (Jn 11,53)

Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación». Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera». Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: «¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?». (Jn 11,45-56)


En la resurrección de Lázaro, como en el resto de los milagros, Jesús ordena y el prodigio se cumple. Los hechos están claros para aquellos que no se oponen con prejuicios a Jesús, tanto que los adversarios, con tal de no convertirse, tras la resurrección de Lázaro deciden cumplir enseguida el último salto en la persecución: tras los intentos (fallidos) de destruir la autoridad de Jesús, tras haberlo ridiculizado y perseguido, conspiran para hacerlo callar para siempre, matándolo legalmente. Así, con violencia, reaccionan los hombres malvados y orgullosos, con tal de no admitir que están equivocados. Señor, ¡ayúdanos a tener siempre la humildad de reconocer nuestros errores!