Presupuestos UE: los 11.000 millones de errores que avergüenzan a Úrsula
El informe anual del Tribunal de Cuentas Europeo señala que en 2023 se gastaron mal casi 11.000 millones de euros -el 5,6% de los pagos presupuestarios-, en parte debido a errores contables. Pero von der Leyen y compañía distraen la atención atacando Orban.
Los errores en el presupuesto de la UE del 2023 han aumentado hasta el 5,6%, un nivel no visto desde la crisis financiera. Esta alarmante cifra se desprende del análisis realizado por el Tribunal de Cuentas Europeo (TCE) en su informe anual, publicado el jueves 10 de octubre, pocas horas después de los ataques de la presidenta de la Comisión Europea y de los líderes de todo el espectro político de los partidos tradicionales al presidente de turno del Consejo de la UE, Viktor Orban. Los titulares de portada, los velos impuestos en los principales periódicos occidentales han servido para tapar otro desconcertante agujero negro y la zona gris que han caracterizado el mandato de la Comisión Europea desde 2019 hasta hoy... ¡Como para ponernos a hablar de la nueva deuda común de Moldavia, Ucrania, los coches eléctricos y las casas ecológicas! Orban ha sido utilizado como cortina de humo para ocultar malas prácticas, una actitud pueril y grave.
El Tribunal de Cuentas Europeo es una institución de la UE además del auditor externo de las finanzas de la UE. En calidad de tal, el Tribunal actúa como guardián independiente de los intereses financieros de todos los ciudadanos de la UE, en particular ayudando a mejorar la gestión financiera de la UE. El año pasado, podemos leer en el Financial Times, se gastaron mal casi 11.000 millones de euros de los 191.200 millones de pagos presupuestarios, en parte debido a errores contables. Esto equivale al 5,6%, frente al 4,2% de 2022: por tanto una tendencia al alza.
Por quinto año consecutivo, según el documento elaborado por el organismo de control presupuestario de la UE, existe una opinión negativa sobre el gasto europeo, mientras los Estados miembros se apresuran a pedir millones y miles de millones a Bruselas. “El aumento sustancial del nivel de error estimado para el presupuesto de la UE (...) es preocupante”, afirma el presidente de la CEA, Tony Murphy, en el prólogo del informe, que constata déficits “materiales y generalizados” en 2023.
Los fondos de cohesión, gestionados ahora por la comisaria socialista Elisa Ferreira y que están dedicados al desarrollo regional, suponen un tercio del presupuesto de la UE: a ellos se debe la mayor parte del gasto indebido, con un aumento del 45% de los errores respecto al año anterior. Es precisamente el gasto de cohesión de la UE, precisamente un tercio de todo el presupuesto de la UE, del que tendrá que ocuparse Raffaele Fitto, el Vicepresidente Ejecutivo de Cohesión y Reformas de la Comisión Europea. Las polémicas y los vetos de los socialistas contra él, tras el informe del Tribunal de Cuentas, parecen muy sospechosos y demasiado interesados: ¿acaso pretendían ocultar las meteduras de pata de la actual comisaria socialista?
El año pasado, el gasto en cohesión se solapó con otro programa de la época de la pandemia conocido como “Mecanismo de Recuperación y Resiliencia” (MRR): las limitaciones de tiempo y la capacidad de ejecución podrían ser la causa del gran número de proyectos “no admisibles” que siguen recibiendo fondos. Hay que recordar que los países tienen que gastar cientos de miles de millones de fondos en la recuperación pospandémica de aquí a 2026.
El Tribunal señala que el aumento sustancial del porcentaje de error estimado se debe en gran medida a los errores detectados en el gasto de cohesión, como también informa Político, que alcanzó el 9,3% (6,4% en 2022).
Hay “mucho dinero por gastar”, pero “tirar cubos de dinero a los Estados miembros no es la solución ideal”, ha advertido Murphy a los periodistas en la rueda de prensa de presentación del documento, sobre el presupuesto europeo que en 2023 contemplaba unos pagos totales de 239.000 millones de euros y unos compromisos pendientes de 543.000 millones. El Tribunal de Cuentas Europeo ha emitido una tarjeta amarilla (un juicio con reservas) sobre el Programa de Recuperación y Resiliencia, después de que una revisión descubriera que un tercio de los pagos de subvenciones no eran conformes.
Según el informe del TCE, el controvertido programa de préstamos conjuntos conocido como “Next Generation UE” ha convertido a la UE en uno de los mayores emisores de deuda de Europa, pero no está claro cómo se devolverán los 460.000 millones de euros pendientes. “A menos que no se encuentren nuevos recursos (...), otras prioridades se resentirán”. “Y desgraciadamente, como su nombre indica, corresponderá a la próxima generación de ciudadanos de la UE cargar con esta deuda”, ha recordado con realismo el presidente Murphy.
En principio, la UE dispone de un mecanismo en cascada para garantizar el pago de las deudas si se agota el presupuesto comunitario actual. Pero con unos intereses que ya cuestan cientos de millones, el reembolso del capital reduciría aún más el gasto presupuestario de la UE. Habría que imputar responsabilidades a quienes ni siquiera supervisan políticamente, en lugar de exigir más dinero y deuda común para Estados y ciudadanos. En lugar de continuar por el camino de las polémicas sectarias y de la búsqueda de chivos expiatorios, en detrimento de los líderes políticos nacionales y de los jefes de gobierno, la Presidenta Ursula von der Leyen y los actuales Comisarios europeos deberían tener el valor de afrontar sus propios errores, por los cuales todos nosotros, hoy y en un futuro próximo, tendremos que pagar.