Pescadores de hombres
Hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. (Lc 5,6)
Una vez que la gente se agolpaba en torno a él para oír la palabra de Dios, estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes. Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca». Respondió Simón y dijo: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes». Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador». Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Y Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron (Lc 5,1-11)
La pesca milagrosa constituye una señal profética de lo que será la vocación de los apóstoles y de sus sucesores, los obispos: echar al mar de la humanidad las redes del anuncio del evangelio. La pesca irá más allá de toda previsión humana; sin embargo, a pesar de ello no todos los que se han adherido al evangelio están dispuestos a seguir docilmente las enseñanzas de la Iglesia. Por esto, del mismo modo que la barca corría el riesgo de hundirse debido a la pesca abundante, así en la Iglesia quien difunde doctrinas erróneas corre el riesgo de hundirla. He aquí por qué los obispos, además de los pescadores, están llamados a ser también pastores de almas, que deben conducir al rebaño de la recta doctrina, en continuidad con lo enseñado por Jesús. Y tú, ¿tienes un padre espiritual al que contar tus dudas en temas de fe y de moral para resolverlas, no solo en abstracto, sino en tu vida concreta?