Palabras al viento
Confirmando la palabra con las señales que los acompañaban. (Mc 16,20)
Y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos». Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban. (Mc 16,15-20)
La enseñanza de Jesús comprende tanto los hechos prodigiosos como las palabras. En ambos casos, el recorrido de conversión de cada discípulo prevé que hechos y palabras desciendan desde la mente al corazón, es decir, desde la inteligencia a la voluntad. Y nosotros, que a veces nos sentimos tan buenos predicando a los demás, ¿hemos transformado nuestras palabras en amor sincero hacia Dios, o dejamos que las palabras se las lleve el viento?