San Nicolás de Tolentino por Ermes Dovico
JUBILEO LGBT

Orgullo Gay en San Pedro: Un lío que se podía haber evitado

Una cruz arcoíris para atravesar la Puerta Santa, una mochila que proclamaba “a la mierda las reglas”, un exhibicionismo previsible para cualquiera, excepto para quienes tenían que vigilar que no se instrumentalizase. El Papa no ha asistido, pero la maquinaria vaticana parece anclada en las viejas consignas y los silencios ambiguos.

Ecclesia 10_09_2025

En el calendario de eventos del Jubileo se había incluido como “peregrinación de la asociación La Tenda di Gionata y otras asociaciones”, pero detrás de este nombre, que a lo mejor dice poco al lector, se esconde uno de los temas que crea más división en el debate eclesiástico contemporáneo. Periodísticamente, de hecho, se rebautizó inmediatamente como el Jubileo LGBT y se habló de él en los medios de comunicación de todo el mundo durante al menos dos semanas. Sin embargo, es evidente que en el costoso Dicasterio para la Comunicación no se han dado cuenta, ya que sigue reinando un silencio insuperable sobre el evento. Y esto a pesar de la polémica por las imágenes de la entrada de unos mil peregrinos en la basílica de San Pedro el pasado 6 de septiembre.

Desde hacía tiempo se sabía que el evento jubilar sería bastante controvertido, tanto que, tras su primera inclusión, fue eliminado del calendario oficial y finalmente restablecido de forma definitiva. Al final ha ocurrido lo que era de esperar en ausencia de cualquier control: los participantes en la peregrinación, en lugar de seguir la cruz del Jubileo 2025 realizada por Riccardo Izzi y puesta a disposición de todos los grupos, han atravesado la Puerta Santa de la Basílica detrás de una cruz arcoíris. En el lugar de culto, donde se vigila atentamente el código de vestimenta de las decenas de miles de visitantes diarios, se ha fotografiado a una pareja de hombres participantes en la peregrinación con una mochila que rezaba “a la mierda las reglas”. Estas escenas, que han acabado en las redes sociales, han provocado la indignación de muchos fieles en todo el mundo y han reavivado la polémica sobre la conveniencia del controvertido evento jubilar. En definitiva, un guion demasiado previsible que ha “quemado” la imagen del pontificado de León XIV.

Es triste pensar que todo esto se podría haber evitado fácilmente si los responsables hubieran vigilado con inteligencia y prudencia. Y eso que incluso la atenta vaticanista Diane Montagna había dado la voz de alarma por adelantado, escribiendo al director de la Sala de Prensa, Matteo Bruni, para advertirle de que la posible exhibición de material arcoíris en esa ocasión podría “dominar el ciclo de noticias en lugar de las canonizaciones”. Bruni, como suele hacer con las peticiones de los periodistas que le escriben, respondió que lo verificaría, pero luego desapareció. Incluso después, cuando la vaticanista estadounidense le ha preguntado sobre la posibilidad de emitir un comunicado sobre lo sucedido, no ha respondido. También La Brújula Cotidiana le ha escrito ayer para saber cuáles son las intenciones de la comunicación vaticana ante el revuelo posterior a la peregrinación. En el momento de escribir este artículo, no hemos recibido respuesta. Al final, Montagna ha sido tristemente profética porque, aunque la peregrinación LGTB no ha eclipsado la noticia de la elevación a los altares de Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati, los hechos del 6 de septiembre en la basílica siguen siendo el centro de atención de la opinión pública interesada.

Más allá de las intenciones reales de la peregrinación, el mensaje que ha quedado debido a la forma en la que se ha llevado a cabo genera confusión y echa leña al fuego. En Italia programas televisivos en prime time y los entusiastas artículos de Repubblica han traicionado la esperanza de Prevost de que se pudiera pasar a un enfoque más discreto en la gestión de la cuestión del arcoíris. Quienes conocen al Papa desde hace tiempo cuentan que, en privado, suele manifestar su cercanía pastoral a las personas homosexuales que tratan de seguir al Señor, pero no está de acuerdo con los excesos que se han visto en los últimos años por parte de algunos prelados.

En cuanto a la llamada peregrinación LGTB, es evidente que León XIV fue informado en su momento y que no se opuso a su celebración. Sin embargo, si se exceptúa la audiencia al padre James Martin, hay que reconocer que ha tenido cuidado de no ofrecer ilusiones de assist a quienes probablemente esperaban gestos o palabras para poner en marcha las habituales instrumentalizaciones. Así lo demuestra el hecho de que la peregrinación arcoíris coincidiera con la celebración de una audiencia jubilar en la plaza de San Pedro. Por lo general, para estos eventos que figuran en el calendario oficial del Jubileo, se conceden encuentros de “besamanos” con una delegación de peregrinos. En este caso, no parece que eso haya ocurrido, ya que, de lo contrario, habría sido muy difícil que se mantuviera en secreto. Por otra parte, la audiencia jubilar ha coincidido con la misa de la peregrinación en la Iglesia del Gesù, presidida por monseñor Francesco Savino. El obispo de Cassano All'Jonio reveló pomposamente que su presencia había sido autorizada por el propio León, y esta noticia fue celebrada por algunos medios de comunicación como una especie de aprobación papal. Ahora bien, aunque es cierto que el vicepresidente de la CEI (hay tres) parece tener una opinión muy buena de sí mismo, no es un prefecto de la Curia.

En resumen, la señal “política” que algunos querían atribuir al “sí” del Papa a la peregrinación arcoíris no se ha producido. Quienes no razonan por partidismos pueden percibir en la actitud del Papa una voluntad de rebajar el clamor sobre el asunto: en las crónicas “partidistas”, por ejemplo, se ha hecho referencia a las personas transgénero de Torvajanica que una monja (presente el sábado pasado) llevaba casi semanalmente a Francisco. Sin embargo, si se hubiera dejado de lado la camiseta de pertenencia, se habría notado que esas personas transgénero, aunque asistidas en una parroquia de la diócesis de Albano, no se reunieron con León el pasado 17 de agosto en el almuerzo en Borgo Laudato si', reservado precisamente a los últimos personas que Cáritas diocesana ha ayudado. ¿Habrían estado ausentes con Francisco? Difícil. León, en la medida de lo posible, intenta eludir cierta narrativa que querría tirar de su sotana para llevarlo a posiciones más mediáticas que eclesiales.

El problema es que la vieja maquinaria vaticana, acostumbrada a los silencios “astutos” de la gestión de Bergoglio, parece haberse convencido de que el pontificado de Prevost es una solución gatopardesca en la que, aparte de la muceta, todo seguirá como antes. Veremos si, tras los cuatro meses de rodaje que terminaron ayer, León sentirá la necesidad de desmentir estas certezas ya consolidadas en algunos y, por lo tanto, de revolucionar los sectores más estratégicos de la Curia para evitar acabar de nuevo en la trituradora de las polémicas y las instrumentalizaciones por culpas que no son suyas.