¿Nos sentimos fascinados por Jesús?
Les enseñaba con autoridad. (Mc 1,22)
Y entran en Cafarnaún y, al sábado siguiente, entra en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar: «¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús lo increpó: «¡Cállate y sal de él!». El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen». Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea. (Mc 1,21-28)
Si los hombres sencillos se preguntaban acerca de la verdadera identidad de Jesús al ver sus milagros, los más instruidos estaban fascinados por la autoridad de su enseñanza; autoridad que se hacía más evidente cuando expulsaba a los demonios. Jesús, por tanto, fascinaba a todos, desde los más sencillos a los más sabios. Y nosotros, ¿nos sentimos fascinados por Jesús, o somos indiferentes a él en nuestra vida diaria?