Masonería: El doble lenguaje de Staglianò
Presionado por el artículo publicado por La Brújula Cotidiana, el presidente de la Pontificia Academia de Teología publica el discurso que pronunció en la conferencia de Milán sobre la Iglesia y la Masonería. Y así queda aún más claro que propone aplicar la misma solución de Fiducia Supplicans para los masones.
Ha sido necesario un artículo de La Brújula Cotidiana para forzar la publicación del discurso completo de monseñor Antonio Staglianò en el seminario sobre “Iglesia y masonería” organizado por el GRIS (Gruppo di Ricerca e Informazione Socio-religiosa) en Milán el pasado 16 de febrero. Las evidencias de la ambigüedad de Staglianò (presidente de la Academia Pontificia de Teología) que ha publicado La Brújula han tenido que provocar algún dolor de estómago en el Vaticano, hasta el punto de que era aconsejable protegerse y tomar medidas.
Eso sí, con una hábil maniobra: la publicación online el 26 de febrero del vídeo completo del discurso fue precedida, el 24 de febrero, de una entrevista “impuesta” a los medios de comunicación vaticanos en la que Staglianò explica por qué la Iglesia y la masonería “son profundamente irreconciliables”.
El objetivo evidente es mostrarse en perfecta sintonía con los casi 300 años de Magisterio de la Iglesia sobre la masonería y refutar lo publicado por La Brújula Cotidiana, contando además con que después de leer la breve entrevista muy pocos irán a escuchar 46 minutos de discurso grabado. Pero en la entrevista, Staglianò sólo repite algunos de los conceptos expresados en la conferencia de Milán, omitiendo los más cuestionables, algunos de los cuales fueron divulgados por La Brújula (cualquiera puede verificar la exactitud de nuestras citas).
La táctica es la misma siempre: las palabras dicen que la doctrina no cambia, pero luego está la vida, que es siempre superior a la doctrina. Y éste es exactamente el sentido del discurso pronunciado por Staglianò en Milán.
De este modo, nos encontramos por una parte la afirmación de la profunda diversidad entre el Dios cristiano y la concepción masónica del Gran Arquitecto, pero por otra la superación del obstáculo doctrinal con el concepto de amor y misericordia, que lo abarca todo.
Pero, sobre todo, hay que tener en cuenta el contexto del discurso de monseñor Staglianò. Hablaba en una conferencia junto a los Grandes Maestres de las tres principales logias italianas, acompañado por decenas de otros “hermanos”. Los líderes francmasones, con matices diferentes, dijeron todos dos cosas en particular: primero, que puede haber compatibilidad entre la Iglesia y la francmasonería; segundo, hicieron una petición explícita para que se deje de considerar la pertenencia a la francmasonería como un impedimento para acceder a los sacramentos; y como primer paso (lo dijo el Gran Maestro de la Gran Logia Regular de Italia, Fabio Venzi) hay que hacer una distinción entre las logias, reconociendo al menos las que están fundadas en ritos cristianos.
¿Cuál fue la respuesta de Staglianò? Bien, sobre la doctrina hay poco que hacer, la diferencia entre Iglesia y Masonería es demasiado evidente. Pero luego está la vida y, sobre todo, está la misericordia de Dios, cuya bendición “llueve sobre justos e injustos”: es entonces cuando Dios juzgará en última instancia cómo la hemos recibido. No en vano, el Gran Maestre del Gran Oriente de Italia, Stefano Bisi, se había referido a la apertura hacia las parejas homosexuales y los divorciados vueltos a casar; y Staglianò utilizó precisamente el ejemplo de Fiducia Supplicans y la bendición a las parejas homosexuales para explicar la cuestión de que la misericordia se aplica a todos.
Por otra parte, hay que decir que, desde un punto de vista lógico, el discurso de Bisi es impecable: si todos somos pecadores y todos tendríamos que ser acogidos en la Iglesia con pleno derecho, ¿por qué las parejas irregulares sí y los masones no? Como en el caso de las uniones homosexuales, siempre se podría decir que no se bendice la masonería, sino a los masones individualmente. Y de hecho Staglianò no defiende esta discriminación, sino que sienta las bases para superarla. Incluida la invocación final a una “sana teología sapiencial” que supere el enfoque doctrinal del que todavía está impregnado el último documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe publicado el pasado mes de noviembre.
Si uno tiene la paciencia -y la voluntad de sacrificio- de escuchar todo el discurso de monseñor Staglianò y contextualizarlo, no dejará de advertir la importante apertura realizada, que culmina con la propuesta del cardenal Coccopalmerio de crear una “mesa permanente” entre la Iglesia y la masonería. En definitiva, se repite el esquema ya conocido: se condena la ideología de género, pero luego los grupos organizados de homosexuales y transexuales se sienten a gusto en el Vaticano; se rechaza el diaconado femenino, pero luego se crean comisiones para estudiarlo y no se toman medidas en aquellos países europeos donde las mujeres también ejercen de párrocas; se defiende la importancia de mantener el celibato sacerdotal, pero luego se acuerda discutirlo. Y así sucesivamente.
Ahora le toca el turno a la masonería. Aquí es donde Staglianò debería dar una explicación convincente: si realmente cree que la Iglesia y la masonería “son profundamente irreconciliables”, ¿por qué ha mantenido durante años este diálogo, que ahora incluso querría elevar a un nivel superior? ¿Qué sentido tiene seguir celebrando conferencias e incluso una “mesa permanente” para decir que somos irreconciliables y que la Iglesia tiene razón al condenar la masonería?
La masonería quiere el “mea culpa” y la Iglesia empieza con el examen de conciencia
No bastaba con la propuesta del cardenal Coccopalmerio de una “mesa redonda permanente” de diálogo entre la Iglesia y las logias masónicas: además, en el encuentro de Milán, monseñor Staglianò echa por tierra el planteamiento doctrinal y abre el camino a la apertura en nombre de la Misericordia.
“Por qué la masonería y la Iglesia son incompatibles”
Hay unos seiscientos documentos aprobados por diversos Papas que condenan la masonería en cualquiera de sus formas. La masonería “niega por principio el valor de la verdad revelada” rechazando toda fe en los dogmas enseñados por la Iglesia. El indiferentismo religioso de los masones se caracteriza por “una concepción deísta” incompatible con la concepción católica. La Brújula Cotidiana entrevista al padre Zbigniew Suchecki, uno de los mayores expertos en la compleja relación entre la Iglesia y la masonería.