Cristo Rey por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Manos consagradas

Dadles vosotros de comer. (Mc 6,37)

Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas. Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer». Él les replicó: «Dadles vosotros de comer». Ellos le preguntaron: «¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?». Él les dijo: «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver». Cuando lo averiguaron le dijeron: «Cinco, y dos peces». Él les mandó que la gente se recostara sobre la hierba verde en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces. Los que comieron eran cinco mil hombres. (Mc 6,34-44)


Incluso sin tener necesidad, pudiendo con su omnipotencia hacer cualquier cosa, Jesús prefiere utilizar la colaboración humana para hacernos de alguna manera partícipes de su misión. Por esto se hace ayudar por los apóstoles para distribuir materialmente los panes, que se han multiplicado misteriosamente. También en el milagro de la Eucaristía se necesita el ministro sagrado que presta su voz y sus manos a Jesús. Tras la transubstanciación (cambio de sustancia: pan y vino transformados en cuerpo y sangre de Cristo), el sacerdote utiliza las manos una vez más, consagradas con el sagrado crisma el día de su ordenación, para distribuir el pan que ha descendido del cielo. Preparemos nuestra alma con la Confesión para que llenos de Gracia podamos acercarnos a este importante sacramento.