San Expedito por Ermes Dovico
EMERGENCIA EN INDIA

“Love Jihad”: las 4.000 “esposas” obligadas por el islam violento

Son jóvenes cristianas o hindúes que son abordadas por coetáneos, que luego las secuestran y violan. Las amenazan con publicar el video de la violación en las redes sociales y las obligan a convertirse. Son las víctimas de la “Yihad del amor” o la “guerra santa del amor” que está perturbando a Kerala. La Iglesia india denuncia el método de reclutamiento de Isis, pero también entre los católicos existen grupos progresistas que lo niegan o minimizan

Libertad religiosa 14_09_2020 Italiano English

Un paseo por el parque con amigos se convierte en una pesadilla sin fin. Esto es lo que le sucedió a una estudiante cristiana de 19 años de Kozhikode, una ciudad india en Kerala, después de que se detuvo a tomar una copa con su grupo. Esa copa es la última imagen de una vida hasta entonces normal: uno de sus conocidos, de hecho, la drogó, la secuestró, la violó y luego la grabó con el propósito de chantajearla.

Para no publicar las imágenes de la violación en las redes sociales, el atacante impuso una condición específica a su víctima: la conversión al islam. Un año después y pese a la denuncia realizada a las autoridades, no solo el hombre no fue arrestado, sino que los investigadores también instaron al padre de la estudiante a dejar de lado su sed de justicia.

Sin embargo, en su investigación privada, el padre descubrió que la hija es solo una de las muchas víctimas del grupo de fundamentalistas islámicos al que pertenece su violador. Kozhikode no es un episodio aislado de noticias criminales, sino uno de los muchos casos de un fenómeno en expansión trágica en Kerala conocido con el nombre de un oxímoron: “Love Jihad”.

Los periódicos de la India la llaman la “guerra santa del amor”, pero -como demuestra esta historia- no hay rastro de amor en la plaga que está arruinando la vida de miles de jóvenes y de sus familias. La “Love Jihad” apareció marginalmente en nuestros medios de comunicación para contar las fugas más o menos voluntaria de jóvenes occidentales, a menudo menores, seducidas a través de las redes sociales por milicianos y propagandistas de ISIS, capaces de convencerlas de que se muden para siempre a Siria o Irak. Se enfrentan a un destino trágico: foreign fighters (combatientes extranjeras) o esclavas sexuales del Califato, brutalmente asesinadas si se arrepienten de su decisión, como le sucedió a Samra Kesinovic, una austriaca de 17 años golpeada en Siria porque intentaba regresar a Viena.

En Kerala, sin embargo, el modus operandi de los fundamentalistas islámicos no se basa en la imprudencia, sino en el sentimiento de vergüenza todavía arraigado en la sociedad india. Aquí, de hecho, la mayoría de los casos de la llamada “Love Jihad” tiene como víctimas a jóvenes cristianas o hindúes que son secuestradas y violadas y que, bajo el chantaje, se sienten obligadas a renunciar a su fe original y a ceder a los matrimonios forzados con el violador musulmán. Una persecución religiosa desenfrenada perpetuada en el cuerpo de las mujeres, que se basa en la sensación de impunidad alimentada por la indiferencia de las autoridades y las comunidades locales.

Muy a menudo las mismas familias afectadas por esta tragedia, debido a un malsano sentimiento de vergüenza que es difícil de erradicar en una sociedad que conserva generalizados rastros de machismo, lo justifican. El padre de la estudiante de Kozhikode, en cambio, tuvo el coraje de seguir adelante solo, ignorando las invitaciones a desistir formuladas por los mismos investigadores y, siempre solo, descubrió que otras 52 jóvenes cristianas -entre ellas otras seis estudiantes universitarias- han sufrido las mismas represalias en manos del grupo yihadista al que estaba vinculado el violador de su hija.

El fenómeno está adquiriendo proporciones preocupantes en esta parte de la India: la Conferencia Episcopal de Kerala ha cuantificado en más de 4.000 los casos de la llamada “Love Jihad”, ocurridos entre 2005 y 2012. Estos números se deben cruzar con los proporcionados por los informes de inteligencia del Estado, que atestiguan que entre 2011 y 2015 hubo 5.793 conversiones al islam, mitad de las cuales fueron mujeres que en un 76% eran menores de 35 años. Un auge de las conversiones que podría haber estado fuertemente influenciado por la trágica propagación de la estrategia criminal de los grupos yihadistas locales contra las jóvenes cristianas e hindúes.

En el último año la Iglesia católica india ha tratado repetidamente de llamar la atención sobre el problema: los obispos siro-malabares emitieron una declaración al final de su sínodo, denunciando cuánto la llamada “Love Jihad” se está “convirtiendo en una amenaza para la armonía social y religiosa” en Kerala y subrayan cómo es “un hecho que las jóvenes cristianas son blanco de ataques (...) acosadas y (...) obligadas a convertirse, amenazándolas con hacer públicas las imágenes del abuso”.

El pasado mes de enero en las iglesias de católicos siro-malabares se leyó una carta del arzobispo mayor, el cardenal George Alencherry, para concienciar a los fieles sobre el peligro que representa la llamada guerra santa del amor, instrumento elegido por las “organizaciones terroristas como Isis” para “reclutar chicas cristianas”.

Entre los católicos indios, sin embargo, hay quienes niegan la existencia del fenómeno: algunos sacerdotes y grupos considerados de inclinación progresista no han leído la carta del cardenal y han pedido no generalizar los casos ocurridos para “desviar la atención de las personas de ocuparse de otros asuntos urgentes”. Una respuesta indirecta a estas posiciones disidentes provino del Sínodo de los obispos siro-malabares, en el cual se recordó que “las estadísticas muestran que la Love Jihad no es una ilusión”. Una estadística entre tantas aportadas por la inteligencia, en el informe específico sobre terrorismo: de los veintiún foreign fighters que abandonaron Kerala el año pasado para trasladarse a las tierras controladas por Isis en Siria, la mitad son jóvenes cristianas convertidas.