Los dos brazos de la cruz
Tome su cruz cada día y me siga. (Lc 9,23)
Porque decía: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día». Entonces decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?». (Lc 9,22-25)
La cruz tiene dos brazos. Si nos sometemos a la voluntad de Dios, Jesús toma el lugar del otro brazo de nuestra cruz y la hace menos pesada, como el yugo compartido. Ofrezcamos al Señor nuestros sufrimientos de manera que Él nos ayude a soportarlos con fortaleza.