San Columbano por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Las necesidades del cuerpo y del alma

Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna. (Jn 6, 27)

Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos. Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?». Jesús les contestó: «En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios». Ellos le preguntaron: «Y ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?». Respondió Jesús: «La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado». (Jn 6, 22-29)


El pan nos sostiene en nuestra vida mortal. Del mismo modo, el Pan que desciende del cielo, Jesús en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, nos sostiene en esta vida y nos conduce a la eterna, objetivo final de nuestra vida. Cuando, cada día, recemos el Padrenuestro, prestemos atención a las palabras “danos hoy nuestro pan de cada día” pidiendo con fe a Dios tanto el pan material como el espiritual para nutrir nuestro cuerpo y nuestra alma.