La sabiduría como don
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra (Lc 10,21)
En aquella hora Jesús se llenó de la alegría en el Espíritu Santo y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
Y, volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
«¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».
(San Lucas 10,21-24)
La sabiduría es un don del Espíritu Santo que permite juzgar a uno mismo, las situaciones y a los demás según la perspectiva de Dios. Es evidente que este don solo puede concederse a quienes son humildes, a los pobres de espíritu, que no consideran propios los bienes materiales o espirituales que administran temporalmente en la vida terrenal. ¿Reconoces los bienes que posees como dones que debes poner al servicio de Dios y del prójimo? Da un ejemplo concreto.
