La responsabilidad de los dones recibidos
Estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre (Lc 12,40)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Pedro le dijo:
«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».
Y el Señor dijo:
«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?
Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.
El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.
Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».
(San Lucas 12,39-48)
Conocer a Jesús desde el nacimiento y haber crecido en Italia, donde sus raíces cristianas son evidentes en cada rincón, es un don inmerecido del que algún día Dios nos pedirá cuentas. Quien, a pesar de haber recibido esta gracia, se haya comportado como un infiel, será juzgado más severamente que quien no haya tenido las mismas oportunidades. Y tú, ¿sabrías enumerar los dones que Dios te ha dado en tu vida, incluso los más pequeños? Y, sobre todo, ¿reconoces que los dones espirituales y materiales que has recibido son fruto de la generosidad de Dios y no de tu mérito