IDEOLOGÍAS

La paradoja de los gays que aman al Che Guevara

En las marchas del orgullo gay no es raro ver a los manifestantes con camisetas del Che. Sin embargo, él consideraba la homosexualidad incompatible con su ideal del hombre nuevo. Y entre los opositores al régimen que encerró y fusiló en el primer "gulag" cubano también estaban los homosexuales.

Cultura 27_06_2023 Italiano
Che Guevara

Junio ​​ahora se considera el Mes del Orgullo Arcoíris. También este año hay varias docenas de orgullos gay organizados en Italia. Las imágenes son siempre las mismas y van desde personas que se manifiestan en silencio hasta personas excéntricas que actúan de una manera decididamente exagerada, a veces rayando en el mal gusto e incluso en la blasfemia. Pero hay una imagen que cada vez asombra. Es la del manifestante Lgbt que hace alarde del ícono de Ernesto Che Guevara. Uno de los "homófobos" más despiadados de la historia. Ahora bien, si hay algo totalmente distante de cualquier forma de homosexualidad, es Cuba.

José Martí, considerado el héroe nacional por excelencia de los revolucionarios cubanos, en su obra Nuestra América, identificó la homosexualidad como un "signo de la decadencia burguesa" y casi como un "virus que excluye irremediablemente a quienes están infectados por él de la posibilidad de construir proyectos". Para Martí, en efecto, los homosexuales eran "seres afeminados", "rechazados del materialismo moderno" "incapaces de construir una nación".

Che Guevara consideraba incompatible la homosexualidad con su ideal de hombre nuevo, al que identificaba, como recuerda el periodista Carlos Alberto Montaner, en el “vigoroso, trabajador, patriota, desinteresado, heterosexual, monógamo y austero". Por eso, el "Che", que se dirigía a los homosexuales con el poco elegante epíteto de maricones, no contaba a los "pervertidos sexuales" entre los nuevos hombres de la revolución.

No debemos olvidar que fue el propio Che Guevara quien organizó el primer "gulag" cubano en la península de Guanahacabibes, prototipo de los que luego se extendieron al resto del país con el infame nombre de Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). Precisamente en ese primer campo de concentración levantado por el Che Guevara, también se internaban a los homosexuales, sometidos a condiciones infrahumanas. Basta leer lo que escribió Reinaldo Arenas, "el cubano Solgenitsin", en su libro autobiográfico titulado Antes que anochezca. Arenas, internado en el campo por ser homosexual, describe minuciosamente las atrocidades que sufrió a causa de su orientación sexual.

En ese campo también se produjeron fusilamientos de opositores al régimen (disidentes políticos, católicos, homosexuales, etc.), y el propio Che Guevara pudo hacer honor al apodo que se había ganado de "Carnicero de La Cabaña", es decir, el carnicero de la cabaña Y también se jactó de ello a nivel internacional. Basta escuchar un pasaje de su célebre discurso pronunciado en la novena sesión de la Asamblea General de la ONU, el 11 de diciembre de 1964: «Debemos repetir aquí una verdad que siempre hemos dicho ante el mundo entero: fusilamientos; sí, disparamos; disparamos y seguiremos disparando el tiempo que sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte". Los fanáticos del Che pueden escuchar su voz favorita en vivo mientras pronuncia esas palabras en una grabación de la época.

El Che también estaba dotado de un macabro sentido del humor, ya que en la puerta del campamento destinado a homosexuales de Guanahacabibes se colocó la inscripción «El trabajo los hará hombre», para hacer eco de que Arbeit macht frei ( El trabajo te hace libre) que los nazis apostaron en la puerta del campo de concentración de Auschwitz. No, a Ernesto Che Guevara realmente no le gustaban los gays. Juan Goytisolo y Guillermo Cabrera Infante fueron testigos presenciales de la famosa escena que montó el Che durante una visita a la embajada de Cuba en Argel al notar que sobre la mesa del embajador había un libro del poeta homosexual Virgilio Piñera. Guevara tomó el libro y lo tiró al suelo preguntando qué hacía en la embajada el libro de «ese maricón» («ese hinojo»). El embajador se disculpó rápidamente explicando que era cosa de su esposa. Por eso también me pasa por sonreír cuando en las imágenes de los distintos orgullos gay veo a militantes homosexuales con la famosa camiseta del Che. Varias veces he tenido la tentación de repartir el libro autobiográfico de Reinaldo Arenas a los coloridos manifestantes.

Fidel Castro fue sólo un poco menos duro que el Che Guevara al expresarse: «Nunca hemos creído que un homosexual pueda encarnar las condiciones y requisitos de conducta que nos permitan considerarlo un verdadero revolucionario, un verdadero comunista; tal desviación choca con nuestro concepto de lo que debería ser un comunista militante.' En el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura, realizado en 1971, el gobierno castrista reconoció oficialmente la homosexualidad como una "desviación patológica" y prohibió a los homosexuales representar al país en actos oficiales realizados en el exterior. Poco después, siguió la “Ley de ostentación homosexual”, que criminalizaba las manifestaciones públicas entre personas del mismo sexo. En esos mismos años Sepúlveda jugaba a ser un revolucionario cubano en Bolivia.

En el delirio de la ideología del despertar rampante, Ernesto Che Guevara es un personaje que corre el grave riesgo de ser víctima de la cultura cancel. Que los próximos manifestantes del orgullo gay recuerden esto.