VITERBO

La ermita del obispo Viganò: Historias de fondos sospechosos y sacerdotes dudosos

El dinero recaudado para alojar a las monjas de Pienza (que al final no ocuparán esa sede) permitirá renovar un antiguo convento de la zona de Viterbo habitado por antiguos sacerdotes de la Familia Christi que rechazan la autoridad eclesiástica. La criatura deseada por monseñor Viganò nace en la ambigüedad.

Ecclesia 24_01_2024 Italiano English

¿Un refugio para los sacerdotes víctimas de la caza de brujas pontificia contra los “involucionistas” o el embrión de una nueva Iglesia cismática? Ésta es la pregunta que surge espontáneamente al observar las vicisitudes de la ermita de Sant’Antonio alla Palanzana, un antiguo monasterio capuchino cerca de Viterbo, actualmente propiedad de la Asociación Vittorio y Tommasina Alfieri, pero que se ha convertido en la base operativa de la asociación Exsurge Domine, patrocinada por monseñor Carlo Maria Viganò.

De la presentación de Exsurge Domine se deduce que la respuesta correcta es la primera. En efecto, monseñor Viganò pone a la cabeza de sus objetivos “la asistencia, el apoyo y la ayuda material” a los sacerdotes, religiosos y laicos consagrados que quieren mantener la Tradición católica y seguir la sana doctrina, y que por ello han sido marginados o perseguidos durante este pontificado. En realidad, los acontecimientos de estos últimos meses sugieren más bien que la respuesta correcta es esta última, no sólo y no tanto por el asunto de la “re-consagración” episcopal del que hablábamos en un artículo reciente.

De hecho, la actividad de Exsurge Domine se anunció oficialmente el pasado mes de mayo, al mismo tiempo que el lanzamiento de una campaña de recaudación de fondos para el primer proyecto: una “aldea monástica” para proporcionar un techo a una veintena de monjas benedictinas obligadas a abandonar su monasterio de Pienza a causa de una disputa con el arzobispo de Siena, el cardenal Augusto Paolo Lojudice. El caso de las monjas de Pienza era interesante porque ya había tenido bastante repercusión en los periódicos (también hemos hablado de ello en La Brújula Cotidiana) y monseñor Viganò ya había intervenido en defensa de las religiosas.

Pero el lanzamiento de la “Aldea Monástica” comienza ya con una rareza: se habla de “obras de reforma y adecuación de un caserío y otros edificios preexistentes”, que se detallan con planos y costes; pero no se dice dónde está ese caserío ni quiénes son las personas que componen la asociación (de la que monseñor Viganò sería sólo el patrocinador), llamada a gestionar el millón y medio de euros que es el objetivo de la recaudación. Todo lo que se sabe de Exsurge Domine es el nombre de su presidente, el conde Giuseppe Vannicelli Casoni, que mantiene relación personal con monseñor Viganò desde hace años. En cuanto a la sede, la única indicación habla de “un benefactor que posee bienes inmuebles adecuados”.

¿Por qué tanto secreto? Quizá porque revelar el misterioso “benefactor” y la ubicación de la propiedad habría suscitado inmediatamente cierta perplejidad y preguntas inoportunas. El caserío preexistente no es otro, en realidad, que la Ermita de Palanzana, en las colinas cercanas a Viterbo; y la Asociación Vittorio y Tommasina Alfieri –propietaria de la sede- está controlada desde hace unos quince años por los sacerdotes de la Congregación Familia Christi, disuelta por la Santa Sede en diciembre de 2019 tras un año de comisariado. Los tres sacerdotes ex-Familia Christi restantes (más un cuarto ordenado ilícitamente por monseñor Viganò) no ocupan actualmente cargos directivos -como ha explicado su responsable, el padre Riccardo Petroni, a La Brújula Cotidiana-, pero siguen siendo la verdadera alma de la asociación y al mismo tiempo los habitantes de la ermita.

Monseñor Viganò no reveló la ubicación de la aldea monástica hasta diciembre, cuando se vio obligado a hacerlo por las revelaciones contenidas en una carta abierta anónima publicada por algunos blogs italianos y estadounidenses. Al mismo tiempo, sin embargo, presentó un cambio de planes: las monjas de Pienza habían decidido rechazar la oferta y la estructura eremítica está ahora destinada a convertirse en la sede del Collegium Traditionis, “una casa de formación clerical que acogerá a jóvenes vocaciones tradicionales y les acompañará en el discernimiento hacia el sacerdocio”.

De hecho, la gran sospecha es que éste fuera el plan desde el principio, con las monjas de Pienza actuando como señuelo para recaudar los fondos necesarios. Una sospecha que probablemente también tenían las propias monjas: de hecho fuentes muy cercanas a ellas informan a La Brújula Cotidiana de que los problemas entre las monjas, por un lado, y monseñor Viganò y el padre Riccardo Petroni, por otro, se remontan al comienzo del verano, porque las monjas –a las que sólo se destinó un edificio separado del cuerpo principal del edificio, una parte menor de toda la propiedad- no consiguen obtener ninguna garantía sobre su futuro y su alojamiento. Se les niega cualquier forma de garantía contractual o de préstamo de uso. Además, las monjas se quejan también de la falta de transparencia en la recaudación de fondos e incluso en el orden de las obras. De hecho, las religiosas informan a La Brújula de que las obras iniciadas durante el verano “ no se referían al ala destinada a nosotras”, algo que Don Petroni niega. El caso es que a finales de octubre se produjo una ruptura definitiva que Exsurge Domine no comunicó hasta el 22 de noviembre, impulsado por las noticias que entretanto se filtraban en Internet.

La cuestión es que Exsurge Domine llevaba varios meses recogiendo donaciones de católicos de todo el mundo en nombre de las monjas de Pienza, cuando además el proyecto de renovación afectaba a toda la propiedad gestionada por los antiguos sacerdotes de Familia Christi. Además, no se ha destinado ninguna parte del dinero recaudado (que sigue sin conocerse) a las monjas que, contrariamente a las afirmaciones de monseñor Viganò, siguen buscando desesperadamente una estructura que pueda albergarlas.

La perplejidad no se refiere sólo a la cuestión económica, sino también a la credibilidad de los propios objetivos de Exsurge Domine: si bien es loable el rescate de religiosos y consagrados perseguidos en el seno de la Iglesia, es cuestionable que la antigua Familia Christi pueda incluirse en esta categoría, así como es dudoso que sean los sujetos adecuados para impartir una formación correcta basada en la verdadera Tradición de la Iglesia. Por mucho que se hagan pasar por víctimas de la Iglesia “oficial” por su amor a la Tradición, los testimonios directos recogidos por La Brújula nos permiten afirmar con certeza que las razones de su disolución tienen muy poco que ver con la Tradición. En cambio, tenían que ver con cuestiones de estilo de vida, formación, liturgia, disciplina eclesiástica, estatutos y más. Y las objeciones no venían principalmente de los enemigos “bergoglianos”, sino de los “amigos” de la ya disuelta Comisión Ecclesia Dei, que era la encargada de vigilar los institutos religiosos vinculados a celebraciones en el rito antiguo.

No sólo: como los sacerdotes de Palanzana carecen de incardinación por haberse negado a dividirse en diócesis distintas, no pueden celebrar legalmente la misa ni administrar los sacramentos. Pero a La Brújula le consta que sí lo hacen, tanto en la ermita como en otras comunidades; una circunstancia que -al ser preguntado- el padre Petroni no ha querido negar.

Lo que está surgiendo, por tanto, en el eremitorio de Palanzana, bajo el ala de monseñor Viganò, es una realidad que no se limita a criticar a la autoridad eclesiástica, sino que de hecho no la reconoce y pretende representar a la “verdadera” Iglesia como alternativa a la “oficial”; aunque esto no se diga oficialmente, manteniendo esa ambigüedad que sirve para atraer a un mayor número de fieles confundidos por la situación actual de la Iglesia.



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