La decisión inaceptable sobre el petróleo de Venezuela
El presidente Joe Biden autorizó a la italiana Eni y la española Repsol a enviar petróleo de Venezuela a Europa, en teoría, para reemplazar el petróleo ruso. En cambio, es una decisión inaceptable, no solo porque se abre la puerta a un régimen comunista que ha cometido crímenes horrendos, sino también porque es un socio de Rusia e Irán.
La semana pasada fue noticia la decisión del presidente Joe Biden de autorizar a la italiana ENI y la española Repsol a enviar petróleo de Venezuela a Europa, con la excusa de sustituir el suministro del crudo de Rusia, tras las sanciones por la invasión de Ucrania. Así lo reveló la agencia Reuters, confirmando además que las petroleras europeas no recibirán grandes cantidades de crudo venezolano y el mismo sería canjeado como parte de pago de deudas impagas por el régimen de Nicolás Maduro, por lo cual algunos expertos ya han adelantado que la medida no tendría un impacto positivo en el precio del combustible.
Entonces, ¿a quién beneficia la compra del petróleo venezolano? Solo a Nicolas Maduro que celebró la medida: “Venezuela tiene la primera reserva internacional certificada de petróleo del mundo. El petróleo que necesita este mundo para funcionar está aquí en Venezuela, en paz y en soberanía”, dijo.
La flexibilización de las sanciones que había impuesto la administración Trump en el 2019 aparece luego de que una delegación de alto nivel del gobierno Biden visitara Venezuela en marzo. Luego, Nicolás Maduro liberó a dos de los 10 ciudadanos estadounidenses que mantiene encarcelados: Gustavo Cárdenas, uno de los seis ejecutivos de la empresa refinadora Citgo, que fueron detenidos en Venezuela en 2017; y Jorge Fernández, un turista detenido el año pasado acusado de terrorismo por tener un dron.
Está claro que a Eni y Repsol les interesa recuperar las deudas impagadas y los dividendos atrasados de las sociedades conjuntas con la petrolera estatal venezolana PDVSA. Pero, aunque al momento el propósito es un canje de deuda, lo más probable es que esta apertura represente a corto plazo dinero para las arcas del dictador.
Es oportuno recordar que Venezuela está bajo una dictadura comunista. Desde la llegada de Nicolás Maduro al poder, en Venezuela se han registrado más de 15 mil detenciones por motivos políticos, según la Ong Foro Penal Venezolano. Además, actualmente existen 237 prisioneros políticos y más de 9 mil personas siguen sujetas, arbitrariamente, a medidas restrictivitas de su libertad. En 2021, un informe del Instituto Casla expuso que en Venezuela existen centros clandestinos de torturas y la Corte Penal Internacional anunció su decisión de abrir una investigación formal a Venezuela por presuntos crímenes de lesa humanidad.
En este contexto, ¿puede Venezuela convertirse en un proveedor de crudo confiable? Para Francisco Monaldi, director del Programa de Energía para América Latina del Instituto Baker de la Universidad Rice, en Houston, la respuesta es no. “Venezuela no puede ser un proveedor confiable. Llegó a producir 3.4 millones de barriles antes que (Hugo) Chávez llegara al poder. Después, con Chávez, empezó a declinar y para el momento que entró Maduro al poder ya Venezuela producía entre 600 mil y 700 mil barriles menos. La producción cayó con Maduro, hasta llegar a 1.3 millones cuando Estados Unidos sancionó a la industria en 2019”, dijo al periódico El Tiempo Latino (leer artículo aquí).
En fin, Venezuela no sólo no es confiable por su incapacidad para reactivar una industria petrolífera en ruinas por la mala administración, la corrupción y la falta de inversión durante más de dos décadas de la era chavista; sino también porque paradójicamente el régimen de Venezuela es aliado de Rusia y, según reportes de Reuters, en Venezuela existen cinco empresas mixtas controladas por Roszarubezhneft que producen unos 125.000 barriles por día (bpd) de crudo y emplean alrededor de 200 trabajadores, entre expatriados y empleados locales.
Y, como si no bastase, el régimen venezolano ha tejido estrechas relaciones con Irán para una compleja red creada para evadir las sanciones. Lo explicó el economista Francisco Monaldi al medio digital la Voz de América: Irán “envía alrededor de 50.000 barriles diarios de condensado y Venezuela le envía 100.000 o 110.000 barriles diarios de crudo pesado, de la mezcla de crudo de la Faja del Orinoco con diluyente, que Irán se encarga de vender”. Explicó que “el dinero lo depositan intermediarios en Rusia y luego llega a Venezuela, a veces incluso en efectivo”. Toda una “estructura de lavado”, “montada con ayuda de Irán”.
En este contexto, resulta incomprensible justificar la compra del petróleo venezolano para sustituir el ruso. Sin embargo, es oportuno recordar que muchos alertaron que con la llegada de Joe Biden al poder, se aliviarían las restricciones impuestas por Trump a los regímenes de Cuba y Venezuela. Hoy vemos las consecuencias, con esta decisión sólo se contribuirá a la consolidación del comunismo en América Latina.