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EL CASO

Francisco y los seminaristas de Barcelona, el misterio del discurso cambiado

El caso de las palabras pronunciadas por el Papa en el encuentro del 10 de diciembre con los seminaristas de Barcelona se intensifica. En lugar de leer el hermoso discurso publicado en el sitio web del Vaticano, Bergoglio habría hablado improvisadamente, negando (nuevamente) la necesidad del arrepentimiento para otorgar la absolución. Y pronunciando, según los testimonios recogidos por Germinans Germinabit, incluso expresiones vulgares. Urge una aclaratoria de la Oficina de Prensa del Vaticano.

Ecclesia 10_01_2023 Italiano English

La noticia la informó primero el blog catalán Germinans Germinabit, editado por un abogado de Barcelona, ​​muy atento a los hechos de la Iglesia, especialmente la catalana; luego fue retomada y traducida por Aldo Maria Valli (ver aquí). En el artículo Lo que dijo (y lo que no) el Papa a los seminaristas de Barcelona, ​​del pasado 12 de diciembre, se recogen algunas afirmaciones y expresiones bastante preocupantes del Papa Francisco. Vamos en orden.

El sábado 10 de diciembre, el Papa se reunió con la comunidad de seminaristas de Barcelona, ​​junto con el obispo auxiliar de la diócesis, Mons. Javier Vilanova Pellisa. En la web del Vaticano, está publicado el discurso que el Santo Padre supuestamente dirigió a los seminaristas. Una bella reflexión centrada en los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos de la vida sacerdotal, inspirada en la luminosa figura de san Manuel González García (1877-1940), celoso pastor de la Eucaristía, conocido como el “obispo de los Sagrarios abandonados” y autor de un libro Lo que puede un curar hoy, que se ha convertido en un clásico de los seminarios de lengua española.

Sin embargo, este discurso nunca fue pronunciado por el Santo Padre; y nunca se supo oficialmente lo que el Papa habría dicho realmente en su lugar: ninguna mención de los órganos oficiales de prensa del Vaticano. Así lo reveló el blog español, luego de haber recibido los testimonios de los seminaristas presentes. Nos pusimos en contacto con la fuente y hemos comprobado que está en posesión de las pruebas testimoniales de seminaristas y educadores que quedaron más que perplejos ante las declaraciones del Papa. Entonces, según los testimonios, Francisco tomó el texto que se había preparado y lo dejó a un lado, diciendo que “sería aburrido” y preferiría que le hicieran preguntas. La respuesta más problemática en términos de contenido fue aquella en la que invitaba a los futuros sacerdotes a nunca negar la absolución. Según lo relatado por un seminarista, el Papa habría invitado a “no ser clericales, a perdonar todo”. Más precisamente, habría añadido que “si vemos que no tiene sentido el arrepentimiento, debemos perdonar a todos. Nunca podemos negar la absolución, porque nos convertimos en vehículo de un juicio maligno, injusto y moralista”.

La presunta exteriorización del Papa confirmaría lo que ya había dicho a los rectores y formadores de los seminarios latinoamericanos (ver aquí), un mes antes del bis ofrecido a los seminaristas catalanes, calificando de “criminales” a los sacerdotes que niegan la absolución. Incluso entonces, Francisco había dejado de lado un discurso de 12 páginas, justificándose a sí mismo diciendo que era “algo pesado” y habría hablado improvisadamente. Y, ya entonces, el Papa había utilizado expresiones desafortunadas: “El sacerdote, el seminarista, el cura debe estar ‘cerca’. ¿Cerca de quién? ¿A las chicas de la parroquia? Y algunos de ellos son, son cercanos, luego se casan, eso está bien”. Con los seminaristas de Barcelona, ​​sin embargo, parece que hemos pasado del chiste, con el inapropiado doble sentido, a un lenguaje que avergonzaría a un obrero. Por lo que cuentan algunos seminaristas, se dice que el Papa habló de “los que trepan para mostrar su c**o”, de “los carreristas que son unos jodidos que joden la vida a los demás”, y otras cosas por el estilo. Luego la insistencia en no ser rígidos, en no ser clericales, otro leitmotiv de los discursos de Francisco. De nuevo, los “ejemplos” que el Papa habría señalado a los seminaristas: “Sacerdotes que han caído en pecados graves, pero los han reconocido, sacerdotes que no visten de sacerdotes pero que están con el pueblo, sacerdotes que se acercan a homosexuales y transexuales”.

Uno puede preguntarse legítimamente si el testimonio de estos seminaristas es creíble. También se lo preguntó el editor del blog Germinans Germinabit en otro artículo fechado el 1º de enero. ¿Estamos ante el enésimo caso de supuestos reportes de conversaciones personales con el Papa, como las que Eugenio Scalfari realizó en varias ocasiones? ¿O resúmenes de breves llamadas telefónicas con el Pontífice, como ha sucedido a menudo? Declaraciones sobre las que es más que legítimo preguntarse si son creíbles o no, especialmente por la ausencia de terceros. Aquí, sin embargo, la realidad se presenta diferente: “Lo que tenemos es un relato oral que ha sido recogido por escrito en numerosos testimonios. Justo el día después de la audiencia, un amigo me leyó en su celular la historia enviada por un formador. Un relato bastante extenso en el que se recogen con total crudeza las palabras pronunciadas por el Papa. El caso es que, puesto que han circulado muchas más historias escritas por otros tantos informantes, la coincidencia respecto a las palabras más impactantes pronunciadas por el Papa es casi milimétrica”.

Es importante que intervenga la Oficina de Prensa del Vaticano para aclarar y, quizás, también para ofrecer el texto real de las palabras del Papa del 10 de diciembre. Toda la Iglesia tiene derecho a saber, ya que se trata de afirmaciones gravísimas. En primer lugar, porque afirmar que la absolución nunca puede negarse, aunque no haya arrepentimiento ni intención de enmienda por parte del penitente, lo cual va diametralmente en contra del Concilio de Trento: que enseña que la contrición, o más bien “el dolor de espíritu y la reprobación del pecado cometido, acompañado del propósito de no volver a pecar en el futuro [...] siempre ha sido necesario para pedir la remisión de los pecados” (Denz. 1676). Esto es bastante evidente, si no queremos hacer del sacramento de la Reconciliación una farsa y de la misericordia de Dios un dejar pasar por el pecado.

Y luego está el problema de la gestión de un Papa que ya no se sostiene, en los contenidos y las expresiones sin gracia. Sería bueno aclarar si estamos ante un problema psicológico-conductual o moral; no se ironiza ni se falta el respeto al Papa, pero hay que identificar el problema y contenerlo, por el bien de la Iglesia. Porque es deber de todo cristiano evitar comportamientos y palabras que puedan escandalizar al prójimo, sobre todo si el “cristiano” en cuestión es el mismo Papa. En fin, como se señaló en el blog, estas palabras a los seminaristas y formadores dejan claro qué tipo de clero tiene en mente Francisco y que pretende “seleccionar”: un clero que está entre la gente, independientemente de cómo esté allí y lo que dice a ellos.