Falsas acusaciones
Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre. (Jn 2,16)
Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora». Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?». Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús. (Jn 2,13-22)
En el proceso contra Jesús llevado a cabo en el Sanedrín se le echa en cara haber dicho que Él destruiría el templo y lo reconstruiría en tres días. Pero en realidad, como hemos oído en el Evangelio de hoy, Jesús dijo lo contrario, es decir “destruid este templo”. Quien lo destruiría serían los adversarios de Jesús. Después, Él lo habría hecho resurgir en tres días. Evidentemente, Jesús se refería a su cuerpo, que de hecho masacraron de verdad, si bien verdadera fue también su resurrección. Si queremos aplicar en nuestra vida las enseñanzas de Jesús, esforcémonos en no profanar nunca nuestro cuerpo que es el templo del alma, y cuya salvación ha sido obtenida con el precio de la sangre de Jesús.