«En Nicaragua se vive una película de terror»
En Nicaragua no existe libertad religiosa. El dictador socialista-sandinista Daniel Ortega no piensa dos veces a la hora de atacar a la Iglesia nicaragüense, denominando “golpistas” a los obispos. La Brújula Cotidiana conversó en exclusiva con monseñor Silvio Fonseca, vicario de Familia, Vida e Infancia de la Arquidiócesis de Managua
En Nicaragua no existe libertad religiosa. Lo ha confirmado el departamento de Estado de los estados Unidos, cuando el pasado mes de diciembre agregó este país centroamericano a la Lista Especial de Vigilancia (SWL) para los gobiernos que han participado en “violaciones graves” de la libertad religiosa, junto a Nigeria y Sudán. El dictador socialista-sandinista Daniel Ortega no piensa dos veces a la hora de atacar a la Iglesia nicaragüense: ha denominado “golpistas” a los obispos y han sido numerosos los ataques a los sacerdotes y a las iglesias, a través de la policía y los grupos paramilitares bajo su comando.
El año inició con la noticia de la profanación y destrucción de las imágenes religiosas de la capilla Nuestro Señor de Esquipulas de Managua. Según la denuncia publicada en los medios locales, el hecho ocurrió el domingo 29 de diciembre, un día antes de la excarcelación (bajo régimen domiciliario) de 91 opositores, gracias a las gestiones del nuncio apostólico en el país, Waldemar Stanislaw.
Es inevitable pensar que se trata de una señal de intimidación contra una Iglesia activa en la defensa de los derechos humanos de su pueblo. No es para nada casual la profanación por segunda vez de la capilla Nuestro Señor de Esquipulas, como tampoco son casuales los ataques que ha sufrido la catedral de Managua por parte de grupos violentos afines al gobierno, ni mucho menos el asedio ejecutado por la Policía Nacional contra el párroco de la parroquia San Miguel Arcángel en Masaya, el padre Edwin Román.
Para conocer la situación de la Iglesia en Nicaragua, la Brújula Cotidiana conversó en exclusiva con monseñor Silvio Fonseca, vicario de Familia, Vida e Infancia de la Arquidiócesis de Managua. Es doctor en Teología Moral y una de las voces más valientes del episcopado nicaragüense, iniciando la entrevista con un balance de la situación de la Iglesia local: “El año 2019 fue bien intenso entre el gobierno y la iglesia, hemos estado asediados porque se ha restringido el acceso de los fieles a las iglesias, porque ha habido una permanente intimidación y eso lo consideramos violación a la libertad religiosa. Por otra parte, parece que se trata de una política oficial porque el presidente ha lanzado ofensas contra los obispos de Nicaragua, contra la iglesia y viniendo de su posición, de su boca, esto ha constituido un serio peligro para la Iglesia. Nos ha dolido la campaña de odio que se ha querido hacer contra la iglesia católica, como política gubernamental. Lamentablemente esto ha creado un ambiente adverso en el país; sin embargo, la Iglesia ha salido fortalecida porque el pueblo nicaragüense en su mayoría es católico y tanto los obispos como la Iglesia son muy respetados”.
¿Podría narrarme cuáles son los hechos concretos que demuestran tal persecución?
Primero lo visible, existe intimidación con el cerco policial que han impuesto en muchos templos en el país, en catedrales e iglesias relevantes. A nivel burocrático, se le ha negado a la Iglesia diferentes certificaciones, de parte de ministerios y otras instituciones, para que la iglesia ejerza su ministerio como siempre lo ha hecho, por lo que se que es una política de Estado ponernos obstáculos. Por ejemplo, hace poco fue liberado el vino de consagrar (que tenía más de un año detenido por el régimen en la aduana) … Sin embargo, nunca nos dicen que lo niegan, sino que siempre tienen un pretexto, pasan quince días y esos quince días se convierten en años. Eso nos demuestra hostilidad, al poner obstáculos a las obras sociales que hace la iglesia. Recientemente en el presupuesto que el Estado administra, que provienen de los impuestos del país, el gobierno le quitó el apoyo económico a las obras sociales de la iglesia para que no continúe.
Además, el pasado mes de diciembre se supo de la detención del padre Ramón Alcides Peña Silva del municipio de Jícaro en Nueva Segovia, acusado de alterar el orden público 31 veces cuando oficia misa…
Sí, tenemos ese caso, ocurrió en el norte. Pero a la par tenemos el cinismo de decir que no se ha hecho nada contra los sacerdotes y hay evidencias, hay testimonios de lo que está pasando. En el país se ha institucionalizado un cinismo sin precedentes en la historia.
Usted asegura que existe cerco policial en los principales templos del país, ¿esta presencia ha limitado vuestra labor laboral? ¿Ha impedido a los fieles asistir a las celebraciones religiosas?
Nosotros estamos conscientes de que tenemos esa intimidación y el pueblo más bien lucha contra esto y asiste a los cultos religiosos, a las misas dominicales u otras tradiciones religiosas. Pero existe miedo porque hemos tenido casos en los que, a la salida de los templos, en los momentos más críticos de nuestra historia nacional, han sido llevadas personas a la cárcel. Sin embargo, eso no ha dado resultado porque nuestro pueblo más bien ha duplicado su presencia en nuestros templos parroquiales.
A nivel internacional es bien conocida la violación de los derechos humanos que sufre el pueblo de Nicaragua: existen de centenares de casos de tortura y se han contabilizado 634 opositores asesinados desde abril de 2018, es decir el 10% de la población…
Las torturas han sido horribles en este país. Cuando uno escucha los testimonios de la gente que le han quitado las uñas, que le han puesto a los hombres y mujeres electricidad en sus genitales, es una película de terror. Pero hay mucho más, hay cosas que no se saben afuera, pero cuando uno escucha los testimonios de los que han estado presos y torturados, pues uno queda totalmente impactado. Y luego cuando son excarcelados el calvario continúa, porque no han sido liberados, por el asedio permanente de la policía y algunos han sido llevados nuevamente a las cárceles. De manera que no han tenido paz y esto el mundo lo sabe.
Hablando de excarcelados, ¿me confirma que recientemente fueron liberados 91 presos políticos gracias a la mediación vaticana?
Sí, el nuncio tuvo un papel relevante. Siempre la Iglesia quiere la paz en el país y ha pedido el diálogo porque nosotros hemos sido claros en que las estrategias ejecutadas por el régimen han sido completamente erróneas. El país no se gobierna ni con balas ni con represión, sino que la única solución que nos queda aquí es sentarnos y que termine de una vez para siempre esta pesadilla para el pueblo nicaragüense. Hay una plena comunión en la iglesia de Nicaragua y hemos acompañado a la familia en todo momento con la oración y ahora con la parte diplomática que tiene su manera de trabajar para que esto sea logrado. Pero no sólo intervino el Vaticano, el Vaticano ha sido una pieza, ha sido posible gracias a la presión de la comunidad internacional.
¿Y cuál es la situación de la familia nicaragüense en este contexto?
Primero, el sufrimiento une, llevando a nuestras familias católicas a la oración en común. En Nicaragua la familia es muy respetada, aquí cuando se meten con uno se meten con toda la familia, de tal manera que para el nicaragüense la familia es un valor sagrado. Pero la otra cara de la moneda es la tristeza por la separación de muchas de estas familias, pues muchos están en el exilio, otros presos, otros desaparecidos. Esto ha sido una tragedia para el país, porque la sociedad se funda sobre la familia. Sin embargo, seguimos trabajando con los que están aquí e intentamos de mantener esos lazos de unión con los que están afuera, con la esperanza de que algún día se volverán a reunir para seguir trabajando por el futuro de este país que exige cambios radicales.