En la Iglesia de Francisco el próximo objetivo será el matrimonio gay
El padre James Martin catequiza a los obispos irlandeses sobre Fiducia Supplicans y en un tuit “normaliza” el matrimonio gay, algo para lo que la respuesta del Papa al último dubium ya ha allanado el camino.
A nadie le ha cabido nunca ninguna duda seria de que las bendiciones autorizadas por Fiducia supplicans eran sólo el principio de un proceso. Y los nuevos hallazgos pioneros del padre jesuita James Martin lo confirman. La calculada ambigüedad del documento y las posteriores “aclaraciones” son la prueba de fuego de su carácter deliberadamente provisional, máxime cuando lo firma un Papa que ha resumido la estrategia de su pontificado en dos principios: la iniciación de procesos y la superioridad del tiempo sobre el espacio.
Fue el propio Francisco, en su respuesta al segundo dubium de los cinco cardenales (el pasado 25 de septiembre de 2023), quien había iniciado el proceso de bendiciones a parejas “irregulares” y del mismo sexo, bautizando el principio de que lo indispensable era simplemente mantener la distinción entre bendiciones nupciales y “otras” bendiciones. Un principio que apenas tres meses después sería la base de la Declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, que –conviene recordarlo- contempla precisamente “la posibilidad de bendecir a las parejas en situación irregular y a las parejas del mismo sexo”.
Todos los enredos y torpes declaraciones posteriores que han llevado a hablar de bendiciones no de parejas, sino de personas en pareja, o de bendiciones de parejas pero no de uniones, forman parte de una aparente necesaria retirada del campo abierto para mantener las trincheras, retirada necesaria por la masiva oposición que implica a todo un continente, a numerosas conferencias episcopales, a obispos individuales y a muchísimos fieles. Un enorme grupo de católicos, aunque el Papa ha intentado echar humo primero desvirtuando la masiva oposición africana por una cuestión cultural y luego, en una entrevista a un periódico italiano, hablando de “grupúsculos” que presentan “reflexiones cismáticas”.
Pero volvamos al padre Martin. El sitio web canadiense Lifesitenews informa de que el jesuita ha recibido la invitación para hablar en el santuario mariano de Knock con ocasión de la reunión anual de la Conferencia Episcopal Irlandesa. Dos días en los que, al parecer, el propio Martin ha hablado sobre “los marginados” y el “ministerio de la Iglesia hacia las personas LGBTQ”. Una fuente irlandesa del sitio web canadiense asegura que los obispos también pretenden poner sobre la mesa vías para aplicar FS e intentar conseguir el matrimonio homosexual.
El padre James Martin sería algo así como el “pionero” vaticano para intentar sacar Fiducia supplicans de la trinchera en la que se ha visto metida en las últimas semanas, según la conocida máxima de que la mejor defensa es un buen ataque. Al mismo tiempo, el jesuita muestra a la retaguardia cuál es el verdadero objetivo para el que nació FS: el matrimonio homosexual y la bendición de la sodomía.
La intervención en Irlanda es paralela a otra de Martin hace unos días (ver aquí). El polémico sacerdote, siempre dispuesto a comentar en Twitter cualquier cosa que sirva para empujar a los católicos hacia lo políticamente correcto –es decir, cómo poner un pie y cuatro dedos en el Infierno, pero sin pasarse-, había creído conveniente no perderse la noticia del acompañante masculino del secretario de Transportes de EEUU, Pete Buttigieg, que había dado a conocer que viajaba a expensas de EE.UU. con un marido a su cargo. El 22 de enero, el jesuita tuiteó: “Sorprende que la noticia haya recibido tanta atención. Guste o no, Pete Buttigieg está legalmente casado. Se puede no estar de acuerdo con el matrimonio entre personas del mismo sexo (o no). Pero @SecretaryPete está tan casado a los ojos del Estado y de su Iglesia como cualquier otra persona. Afirmar lo contrario es ignorar la realidad”.
Así que, para Martin, puede haber un verdadero matrimonio “a los ojos del Estado” y de una “iglesia” que esté en contradicción con el matrimonio natural, ordenado por Dios. Se puede estar, a sus ojos, verdaderamente casado con personas del mismo sexo, “como cualquier otra persona”, mientras que tener algo que decir al respecto sería “ignorar la realidad”. Está claro que desde esta perspectiva, incluso la Iglesia católica debería tomar nota de la “realidad” y, si realmente no puede equiparar este matrimonio con el matrimonio católico, debería sin embargo reconocerlo como algo similar. La cuestión es que, en la mente de James Martin, dos hombres o dos mujeres pueden casarse y que lo suyo es un matrimonio aunque la Iglesia católica no pueda llamarlo así. Mirándolo bien, incluso a este respecto, Martin no es más que un puesto de avanzadilla para indicar qué camino debe seguir la Iglesia; y es un puesto de avanzada apoyado por el Papa, que no sólo no encuentra ninguna objeción a su “misión” pro-LGBTQ, sino que ya le ha proporcionado apoyo teórico para el matrimonio gay “católico”.
El número 292 de Amoris Lætitia introduce la idea de una gradación de la realización del matrimonio cristiano, que “se realiza plenamente en la unión entre un hombre y una mujer, que se entregan el uno al otro en amor exclusivo y libre fidelidad, se pertenecen mutuamente hasta la muerte y se abren a la transmisión de la vida”. La exhortación postsinodal consideraba que “otras formas de unión contradicen radicalmente este ideal”, y cabe suponer que se trata de “uniones” entre personas del mismo sexo, “mientras que algunas lo realizan al menos de manera parcial y análoga”, probable referencia a uniones more uxorio.
Pero en la respuesta al segundo dubium ya mencionada anteriormente, el Papa ya no retomaba esta distinción, sino que mantenía solamente la idea de “otras formas de unión” que realizan el matrimonio “sólo ‘de manera parcial y análoga’ (...), por lo que no pueden ser llamadas estrictamente ‘matrimonio’”. Hay que precisar que esta respuesta se refería a la cuestión no sobre la posibilidad de bendecir las uniones irregulares genéricas, sino específicamente “las uniones con personas del mismo sexo”. Por lo tanto, el Papa guarda silencio sobre el hecho de que estas “uniones” contradicen radicalmente el matrimonio, precisamente porque la pregunta se le planteó en referencia a estas “uniones”, que en cambio se convierten en realizaciones parciales y análogas del matrimonio cristiano.
Por tanto, en cuanto se “digiera” el golpe de FS, el siguiente paso será el del matrimonio homosexual, siempre que se distinga teórica y ritualmente del matrimonio sacramental. James Martin lo sabe y, como buen copiloto, empieza a preparar el sprint. Por otra parte, FS ya ha sentado todas las bases al respecto, porque la existencia de bendiciones dadas por un sacerdote en nombre de la Iglesia que no sean litúrgicas es pura ficción, dado que bendecir a la pareja significa bendecir la unión que forma esa pareja y el tipo de relación que forma esa pareja. James Martin puede continuar su ministerio a favor del matrimonio homosexual de manera que las bendiciones de la SF sean “digeridas” como un mal menor que hay que aceptar, no sea que llegue algo peor.
Mientras tanto, el 3 de enero, tras su actuación en la bendición de la primera pareja gay después del SF, el jesuita había escrito para Outreach (ver aquí), “que el énfasis en los sacerdotes que bendicen a parejas del mismo sexo no subraya lo mucho que las parejas del mismo sexo han bendecido a la Iglesia. Ciertamente me han bendecido a mí”. Marcando así la última etapa real del viaje: la sodomía ya no es un pecado, sino que es una bendición.
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