Cristo Rey por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

El servicio de los hermanos

 También vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. (Jn 13,14)

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro y este le dice: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?». Jesús le replicó: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde». Pedro le dice: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo». Simón Pedro le dice: «Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza». Jesús le dice: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos». Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios». Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis». (Jn 13,1-15)

 

El Jueves Santo se recuerda la Última Cena, momento en el que Jesús instituye dos sacramentos: la Eucaristía y el Sacerdocio. Cada don conlleva unas responsabilidades. Todos nosotros tenemos la responsabilidad de adorar la Eucaristía y aprovechar todas las ocasiones posibles para acercarnos a este altísimo sacramento. En lo que respecta a las responsabilidades de los sacerdotes, que han recibido la Gracia del sacramento del Orden, tienen la responsabilidad de estar al servicio de los hermanos. No debemos extrañarnos si nos encontramos con sacerdotes indignos. Desde que Jesús tomó directamente esta decisión, ha habido pastores como Pedro, que incluso si se equivocan vuelven en sus pasos hasta dar la vida por Jesús, y mercenarios como Judas. Recemos cada día por los sacerdotes que conocemos para que no caigan en los pecados de escándalo y herejía, que desde siempre confunden a los fieles.