Santa Inés de Montepulciano por Ermes Dovico
LA VERDAD

El problema de la Iglesia está en la Misa, lo dice incluso Satanás

“Los sacerdotes dicen la Misa demasiado rápido”, “los sacerdotes no entienden que durante la Misa esta presente” la Virgen. Palabras impactantes si pensamos que las pronunció Satanás durante un exorcismo. Lo reveló un exorcista italiano en un video que apareció en YouTube.

Ecclesia 27_04_2020 Italiano English

“Los sacerdotes de hoy tienen prisa cuando celebran la Misa”. “No entienden que cuando dicen la Misa, ella (la Virgen, ndt) está allí alrededor del altar con los ángeles”. Paradójicamente, quien habla de la Santa Misa es Satanás, mientras está siendo exorcizado. El relato efectivo de este exorcismo, que está circulando en YouTube es una grabación (en italiano) del exorcista don Ambrogio Villa, durante el informe de una homilía. Y a pesar de haberse cargado hace pocos meses, ya tiene cientos de miles de visualizaciones y ha hecho de “Villa” un nombre popular.

Don Ambrogio fue párroco de una pequeña ciudad lombarda, hasta que hace pocos años comenzó a trabajar a tiempo completo como exorcista para la Diócesis de Milán, en el norte de Italia. Es uno de los muchos sacerdotes de todo el mundo que ha respondido a la creciente necesidad de exorcistas. Según datos de 2018, solo en Italia, donde se encuentra el Vaticano, los exorcismos se han triplicado: cada año se llevan a cabo alrededor de 500.000.

Mantener una batalla espiritual contra el diablo no es algo para los débiles de corazón, explica don Ambrogio. Incluso si estás en persona Christi, el diablo te somete a “vulgaridades, amenazas y violencia”. Sin embargo, como señala don Ambrogio en la grabación, en ciertos momentos del exorcismo, el diablo se ve obligado a revelar un "Catecismo real" que, si se toma en serio, puede marcar la diferencia para las vidas y para las almas.

Esto no debe sorprender, también sucedió con Jesús: fue el primer exorcista y el exorcismo fue una parte integral de su ministerio público. Los encuentros de Jesús con los demoníacos, su poder para expulsar demonios y sus confesiones en su presencia son reportados en diferentes pasajes de los Evangelios. En Marcos, por ejemplo, son los únicos testigos que reconocen públicamente al Mesías en Jesús. Y en Marcos 1:24, un espíritu inmundo se dirige a Jesús con estas palabras: “¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús de Nazaret? ¡Viniste a arruinarnos! Sé quién eres: el Santo de Dios”. Los demonios estaban asustados de la presencia de Jesús porque sabían que tenía el poder de cambiar sus vidas a través del exorcismo.

Los exorcismos, de hecho, usualmente transforman la vida del poseedor y del poseído, pero don Ambrogio cuenta cómo su propia vida ha sido radicalmente transformada por las revelaciones de los demonios. Aquello que rende único este encuentro, es la respuesta del diablo cuando se le pide hablar sobre el sacerdote; evidentemente, tiene algunas cuentas que resolver: “Ustedes (los sacerdotes) tienen prisa cuando celebran la Misa, levantan ese pedazo de pan e inmediatamente lo bajan, porque tienen prisa, tienen cosas más importantes”. Palabras fuertes que hacen que don Ambrogio admita que se aplican a sí mismo como a cualquier otra persona. Confirmando que el diablo tocó un punto doloroso, su primera consideración fue: “Ya no son capaces de decir Misa como antes”. Se han escrito volúmenes enteros sobre la liturgia, pero evidentemente todavía hay un problema. Benedicto XVI también abordó el tema de la liturgia en el libro “Desde el fondo de nuestro corazón”. El papa emérito escribió: “La celebración diaria de la Eucaristía implica un estado permanente de servicio a Dios”, que “indica la Eucaristía como el centro de la vida sacerdotal”. Pero, según el diablo, esta relación sacramental privilegiada entre el sacerdocio y la Santa Misa se está subestimando cada vez más.

Según Don Ambrogio, no es una exageración decir que “la Misa ya no se valora”. Explica este punto: “Todos pensamos que, yendo a Misa, le damos algo a Dios, en cambio, la misma es el sacrificio de Cristo que perdona nuestros pecados”. También subraya que “esta partícula de pan ázimo entra a nuestro estómago y, antes de que los jugos gástricos lo desintegren, pasan de 8 a 10 minutos... somos el tabernáculo de Jesús... Nuestro Creador está en nosotros y antes de nosotros... y aún olvidamos dar gracias por este sacrificio” antes y después de la Misa.

Pero hay más: el diablo se dirige a los sacerdotes con una segunda reprimenda. Esta vez revela algo extraordinario: “Ustedes no entienden que, cuando dicen la Misa, María, Su Madre y los ángeles se reúnen alrededor del altar”. Es cierto, ni siquiera consideramos que "todo ese cielo está reunido alrededor del sacrificio de Cristo” en el altar, continúa don Ambrogio. Sin embargo, no es la primera vez que se menciona la presencia divina en el altar durante la consagración. Por ejemplo, el arzobispo de Civitavecchia, Girolamo Grillo, ha reconocido oficialmente todas las apariciones y mensajes de Civitavecchia, incluida la descripción de Fabio Gregori de la primera vez que María se le apareció. Este es el testimonio de Fabio: “Era el 2 de julio de 1995. Estaba en una Misa de la tarde. Eran alrededor de las 6.30 p.m. Nuestra Señora apareció en el momento en que el párroco estaba a punto de consagrar la sagrada Ostia. Sus pies estaban posados sobre una nube, exactamente por encima del padre Paulo y sus manos abiertas apuntando hacia abajo. Permaneció allí en adoración sagrada hasta la comunión. Por su comportamiento, quedó claro que Su Hijo Jesús, el Salvador, está verdaderamente presente y vivo en la Eucaristía”.

Buscando una respuesta de la disminución de la asistencia a la Misa y especialmente de los jóvenes, que dicen “la Misa no me da nada más”, don Ambrogio encontró su respuesta. Si la Misa es celebrada y se participa con la reverencia que se debe a ella “nuestra sed será satisfecha”. Cuando a Dios no se le sirve bien y cuando el santo sacrificio de la Misa viene despreciado, la majestad de Dios se pierde y nosotros con ella.

Irónicamente, en un momento en que la Iglesia parece perdida en un estado de confusión perpetuo, el diablo sabe lo que necesitamos: la Santa Misa.