Cristo Rey por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

El objetivo del poder

Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. (Mt 20,25)

Mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará». Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?». Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda». Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?». Contestaron: «Podemos». Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre». Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos». (Mt 20,17-28)


Por primera vez en la historia de la humanidad, Jesús desvela que el poder no debe utilizarse para dominar a los demás, sino para servirles y, así, salvarse a sí mismos y posiblemente a los demás. Cada hombre debe decidir libremente, momento a momento, en quién confiar. Si confía en Jesús, sabe que en la vida terrena habrán tanto alegrías como esfuerzos y persecuciones en el tiempo presente, pero en la vida eterna no habrá más injusticias. Preguntémonos sinceramente si confiamos y tenemos fe a diario en Jesús, o si prestamos atención y escuchamos a otros (falsos) salvadores.