Cristo Rey por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

El esperado de las gentes

Zacarías, su padre, se llenó de Espíritu Santo (Lc 1,67)

Entonces Zacarías, su padre, se llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación por el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz». (Lc 1,67-79)


Normalmente son los padres quienes guían a los hijos. En el caso de Juan, gracias a su concepción y nacimiento, es el hijo quien guía a los padres hacia la salvación. Zacarías e Isabel se dejan guiar por la voluntad de Dios y, así, su hijo será el último profeta del Antiguo Testamento y el primero del Nuevo, que anunciará y reconocerá al esperado de las gentes, nuestro Salvador Jesucristo. Dejémonos guiar cotidianamente también nosotros por el Espíritu Santo para hacer la voluntad de Dios.