El conflicto interno de CL llega al despacho del arzobispo de Milán
El padre Pierluigi Banna, heredero designado de don Carron al frente de Comunión y Liberación pero bloqueado por la Santa Sede, “denuncia” a los actuales líderes de CL ante la Curia milanesa. Un acontecimiento sorprendente y sin precedentes, parte de una ofensiva a gran escala contra la dirección del movimiento. ¿Se avecina una escisión?
El conflicto interno de Comunión y Liberación (CL) se intensifica al involucrar incluso al arzobispo de Milán, y se convierte en una guerra abierta entre el ala fiel a don Julián Carron, que había asumido la dirección del movimiento tras el fundador don Luigi Giussani, y la actual dirección designada y respaldada por la Santa Sede.
La noticia más sorprendente es que el padre Pierluigi Banna, considerado el heredero designado de don Carron, haya recurrido a la Curia milanesa: el objetivo es denunciar “el abuso de conciencia y de poder” sufrido por el actual líder del movimiento, Davide Prosperi, y la repetida difamación de la que sería víctima. Difamación y abuso realizados, según él, por Prosperi y por otros responsables del movimiento: don Stefano Alberto, don Andrea D’Auria, don Francesco Ferrari — e incluso por el obispo emérito de Reggio Emilia, monseñor Massimo Camisasca, fundador de la Fraternidad Sacerdotal San Carlo Borromeo, en la que convergen muchas de las vocaciones sacerdotales de CL (incluidos los tres sacerdotes mencionados). Se trata de acusaciones muy graves, que, obviamente, han sido rechazadas con firmeza por los cinco implicados.
El asunto se remonta a los primeros meses de 2025, pero ha permanecido oculto hasta la actualidad: la Brújula Cotidiana (La Nuova Bussola Quotidiana en Italia) ha obtenido los documentos de este sorprendente acontecimiento que recuerda el caso de 1988, cuando la asociación “La Rosa Bianca” denunció ante el tribunal eclesiástico de Milán al semanario de CL Il Sabato, “culpable” de haber acusado a Giuseppe Lazzati de desviación protestante.
En este caso todavía no hay una verdadera denuncia canónica, sino una advertencia y una amenaza de recurrir al tribunal eclesiástico, acordada con la propia Curia milanesa, que, sin embargo, se ha distanciado de la cuestión al ser consultada por la Brújula Cotidiana.
Pero vayamos por partes: hay que recordar que el movimiento CL lleva años viviendo profundas tensiones que salieron a la luz claramente con la intervención que el Papa Francisco realizó el 21 de septiembre de 2021 de los Memores Domini, la asociación de laicos consagrados, “con el fin de custodiar su carisma y preservar la unidad de sus miembros”. Se acusa la gestión de don Carron: si para la Santa Sede el problema es su visión teológica sobre la transmisión del carisma, “gravemente contraria a las enseñanzas de la Iglesia”, una parte de los miembros de CL siempre le ha reprochado una especie de “elección religiosa” contraria a las enseñanzas de don Giussani. Y, efectivamente, la desaparición de Comunión y Liberación como presencia activa en la sociedad es evidente para todos.
La posterior dimisión de don Carron como presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación (noviembre de 2021) tenía la intención de allanar el camino a su delfín, el padre Pierluigi Banna, con cargos docentes en el Seminario Episcopal de Venegono y en la Universidad Católica del Sagrado Corazón. El proyecto se esfumó porque el Dicasterio de los Laicos quiso revisar los estatutos y eligió como interlocutor al entonces vicepresidente de la Fraternidad, el profesor universitario Davide Prosperi, asegurando el cargo hasta 2026, fecha prevista para las elecciones que debían decidir el nuevo presidente de la Fraternidad.
El ala carroniana se estaba preparando para la revancha y, en esta perspectiva, el pasado mes de enero, el propio Banna, en una reunión de sacerdotes, salió a la luz proponiéndose como punto de referencia alternativo a la actual dirección. Pero el Vaticano, vistas las maniobras en curso, prorrogó el cargo de Prosperi hasta 2031.
De ahí la ofensiva en todos los frentes del padre Banna y del ala carroniana —seis años de campaña electoral son impensables—, de la que la implicación del arzobispo y de la Curia es solo el aspecto más llamativo y grave. Comienza con una breve carta de Banna dirigida a las cinco personas mencionadas anteriormente, fechada el 1 de marzo de 2025, en la que se queja de la “mala fama difundida sobre mi persona con abuso de conciencia y de poder” por parte de Prosperi, así como de las ofensas y discriminaciones sufridas por los otros cuatro y de la falta de “eclesialidad” de monseñor Camisasca. Pero en esta ocasión solo pide “una confrontación leal y cordial” con los cinco, que responden individualmente a don Banna en tono conciliador, pero rechazando firmemente las acusaciones y tratando de aclarar cualquier malentendido.
Sin embargo, el padre Banna toma su carta y las respuestas recibidas y acude al arzobispo Delpini para quejarse y pedir protección. Y Delpini lo remite al canciller de la curia, Marco Cazzaniga, que tiene la tarea de “acompañarme en el diálogo y la aclaración con ustedes” Es el propio Banna quien lo escribe en una nueva y larga carta fechada el 16 de abril, en la que repite las acusaciones, invocando también los artículos 220 y 1390 del Código Canónico, en los que se castiga a quien “daña la buena reputación ajena” con penas que pueden llegar a la privación de todos los cargos eclesiásticos. Una amenaza más que evidente.
Para concluir, Banna invita a una reunión aclaratoria en presencia del canciller Cazzaniga. La reunión se celebra efectivamente el 16 de junio, y a ella acuden los cinco representantes diocesanos de la Fraternidad de CL. Sin embargo, según hemos podido averiguar, la reunión no ha cambiado la situación. Cuando la Brújula Cotidiana ha intentado hablar con él, el canciller arzobispal Cazzaniga solo ha querido precisar que la diócesis no tiene intención de entrar en las disputas internas de los movimientos y que simplemente se ha puesto a disposición para “una reunión aclaratoria” que concierne a “asuntos personales”.
También le hemos pedido a Banna que explique su punto de vista y el objetivo de tal acción, pero se ha negado aludiendo que se trata de “un asunto de carácter estrictamente personal y confidencial”: una afirmación bastante curiosa, dado que fue él mismo quien llevó a la Curia la correspondencia privada con los responsables de Comunión y Liberación, tal y como ha reconocido.
Sobre el papel absolutamente neutral de la diócesis de Milán insiste también el jefe de la oficina de prensa de la Curia, Stefano Femminis, a quien nos hemos dirigido, y que ha querido reiterar con fuerza que “se trata de una cuestión personal y privada, que en modo alguno afecta a las relaciones entre la diócesis y CL. La Curia se ha puesto a disposición, en la persona del canciller, para favorecer un diálogo que pueda aclarar algunos malentendidos personales por la sencilla razón de que en el asunto también están involucrados sacerdotes diocesanos”.
Podría interpretarse como un distanciamiento de las acusaciones del padre Banna, y también de la colaboración en la redacción de la carta del 16 de abril, pero el mismo Femminis había escrito poco antes que nos respondía también en nombre de don Banna, con quien había hablado previsamente. Extraña forma de no entrar en las relaciones entre la diócesis y CL…
Por otra parte, Davide Prosperi, con quien nos hemos puesto en contacto, ha reiterado que las acusaciones en su contra son absolutamente infundadas, así como la disponibilidad siempre demostrada para el diálogo con Banna y sus socios.
Decíamos que, sin embargo, éste no es el único terreno en el que se ha iniciado la ofensiva carroniana: en verano hubo un intento de tomar el control del Consejo de Administración de la Fundación Colombano y Bonifacio, que es la caja de los Memores Domini. El significado estratégico de esta medida es obvio: ante una posible escisión, el control de la caja es decisivo.
Además, precisamente en estos días se ha iniciado una impugnación de los nuevos estatutos de la Fraternidad (que, por otra parte, se reescribieron siguiendo las indicaciones del Dicasterio para los Laicos), en forma de una carta en la que se están recogiendo firmas por toda Italia. Entre los promotores de la iniciativa se encuentra el exjefe de la Fraternidad de CL en Umbría, Giuseppe Capaccioni, que en las recientes elecciones administrativas regionales se presentó, sin éxito, en una lista en apoyo de la candidata de la izquierda.
En definitiva, hay muchos indicios que sugieren que la fractura dentro de Comunión y Liberación es ya irremediable y que también existe un intento de deslegitimar a la actual dirección ante las autoridades eclesiásticas. Lo cual, según varios miembros del citado movimiento, en este momento tal vez debería aceptarse sin seguir persiguiendo una unidad imposible que hace daño a la verdad.
