Cristo Rey por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

El alma vivifica al cuerpo

Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. (Mt 5,3)

Al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros».  (Mt 5,1-12)

 

Es el alma la que vivifica el cuerpo en el hombre, no al contrario. Aquellos que son llamados “bienaventurados” por Jesús son los que han entendido que la primera virtud, común en todas las bienaventuranzas, es la pobreza de espíritu, es decir, la humildad, con la cual el hombre consciente de sus propios límites adora a Dios y no a sí mismo. Solo así podrá estar preparado para afrontar cada persecución a fin de permanecer fiel a Dios.