Cristo Rey por Ermes Dovico
FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

El agradecimiento

Comieron todos y se saciaron. (Mt 14,20)

Al enterarse Jesús se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados. Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida». Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer». Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces». Les dijo: «Traédmelos». Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. (Mt 14,13-21)

 

La voz de san Juan Bautista, que gritaba en el árido desierto de los corazones, preparaba a las almas para recibir el don de la presencia del Hijo de Dios. Con la multiplicación de los panes y los peces Jesús cumple uno de los milagros más importantes que nos preparan para el sacramento de Su Presencia, la Eucaristía. Hace falta vivir el momento de la Comunión como acogida del único protector y garante de nuestra vida material y espiritual: Jesús. Si aún no lo haces, al final de cada Santa Misa permanece en tu sitio de rodillas al menos cinco minutos para agradecer el haber recibido un don tan grande.