San León Magno por Ermes Dovico
GEOPOLÍTICA

Egipto contra Turquía, un desafío para el Mediterráneo

Mientras Europa parlotea, Egipto se opone a los diseños hegemónicos de Turquía en el Mediterráneo oriental. El desafío también es religioso: a la conversión de Santa Sofía en una mezquita, el presidente de Turquía Abdelfatah El-Sisi ha respondido financiando la restauración del antiguo monasterio de Santa Catalina y centrándose así en el cristianismo.
 

Internacional 18_08_2020 Italiano English

Cuando Erdoğan anunció su sueño de transformar Santa Sofía en la mezquita que fue en su tiempo, esperaba ver las reacciones de la comunidad internacional: así podría medir su política exterior. Entre las pocas voces independientes hemos visto la de El Cairo.

Ya el 21 de julio el Gobierno egipcio anunció, en respuesta a la decisión de Erdoğan, que asignaría 2,5 millones de dólares para restaurar el monasterio de Santa Catalina en la gobernación del Sur del Sinaí, uno de los monasterios más antiguos del mundo y un punto de referencia para el cristianismo. Y seguramente de la cuestión de Santa Sofía (que es una continua ofensa al Occidente cristiano) se ha distanciado también Siria, que ha anunciado la construcción de una iglesia dedicada a la Sabiduría Divina y que reproducirá una basílica como la de Santa Sofía a pequeña escala.

La reacción inmediata de Egipto al caso de Santa Sofía no es un detalle y sigue dibujando ese tablero de ajedrez mediterráneo en el que países como Italia y España cuentan cada vez menos. Y el Primer Ministro Mostafa Madbouly, en abierta hostilidad hacia Turquía, ha declarado así que quiere invertir en el cristianismo, enviando una señal muy concreta. En los últimos días incluso ha visitado Santa Catalina para conocer a los monjes de la Orden de Santa Catalina. Madbouly ha anunciado que las obras comenzarán inmediatamente: restauración y desarrollo del Monasterio de Santa Catalina y de la ciudad cercana en el sur del Sinaí con la ambición de convertirlo en una encrucijada turística. Ahora, por supuesto, también será más fácil desviar el turismo de la ahora “antigua Santa Sofía”, donde la belleza del arte cristiano se ha escondido detrás del odio islámico por las imágenes. El Gobierno egipcio está muy interesado en relanzar el turismo religioso, sabe lo que vale allí, y si puede ser una oportunidad para un desafío a Turquía es bienvenido.

A las charlas europeas sobre el neo-otomanismo turco, Egipto ha respondido con gran vigor, y ha sido abiertamente denunciado por la prensa y la televisión egipcias. Pero incluso el egipcio Dar al-Ifta ha tildado la decisión de Erdoğan de “peligroso juego político”. El esfuerzo por mostrar al mundo el respeto por el patrimonio cultural, por el cristianismo y por el arte, para los líderes egipcios no pasará desapercibido también porque el proyecto de desarrollo de la ciudad y del monasterio de Santa Catalina ha nacido de la conciencia de la importancia de esa zona. 

La posición de Turquía se considera incivilizada, y el paisaje religioso y turístico es sólo un marco. Ankara siembra nerviosismo y hostilidad en Libia, Irak y en Grecia. Y Egipto ha decidido de qué lado estar. En Iraq, donde se ha acusado a Turquía de violar la soberanía iraquí y de no respetar los principios de las relaciones de buena vecindad debido a las incursiones militares, El Cairo ha ofrecido apoyo diplomático y político en Bagdad. Además de opinar que la intervención militar turca es inaceptable y pensada sólamente para socavar la paz y la seguridad regionales. Egipto también está tratando de lograr un “acercamiento económico” con Iraq, en un momento en que Bagdad amenaza con ejercer presión económica contra Ankara en respuesta a la intervención militar turca en el norte del Iraq. Pero sobre todo, El Cairo está intensificando la cooperación en materia de seguridad y la lucha contra el terrorismo en Irak. Ya en 2016 el Ministerio de Defensa anunció que entrenaría a miles de soldados iraquíes en Egipto.

Sin embargo, hoy en día, las posturas egipcias irritan especialmente la avaricia turca en Iraq y consolidan los lazos con Barham Salih, que, al igual que El-Sisi, apunta al alineamiento árabe para repeler la influencia iraní y turca. Por eso Irak se está acercando a Egipto: comparten intereses básicos para mantener a raya la codicia turca. Y no hay que olvidar que Saddam Hussein acogió a millones de trabajadores egipcios en su época. No hay que buscar la aceptación de los egipcios entre el pueblo iraquí porque además ya existe un apoyo público a las relaciones entre Iraq y Egipto, tanto en la parte política como en la de las inversiones.
Países como Italia y España hoy en día no están preparados en absoluto, o peor aún, desconocen completamente la política egipcia y su fuerte presencia diplomática y comercial en la región árabe. Y la respuesta turca es cada vez más agresiva también por esto. Erdoğan no puede dejar de tener como objetivo el Iraq. La multiplicación de la presencia militar al norte de Bagdad para expandir su influencia militar en la región árabe y el ataque a los kurdos y a los residentes del norte de Irak y Siria -que para el aspirante a sultán parece ser una amenaza- se encuentran entre las principales prioridades de Ankara. Pero Egipto quiere ser un obstáculo y no quiere retroceder en la capitalización del consenso antiotomano en la Liga Árabe. También porque El Cairo necesita arreglar la burocracia, la inestabilidad y la gran presencia de grupos armados. 

Siguiendo un guión ya escrito, en el mismo momento en que la tensión entre Grecia y Turquía parecía disminuir debido a la voluntad expresada por Estambul de dar un paso atrás temporalmente, Atenas ha conseguido cerrar un acuerdo de delimitación del Zee con El Cairo. Pero en el lado egipcio, hay varias precauciones para complacer los objetivos griegos, y el objetivo sigue siendo la hostilidad turca.

El Cairo desde 2014 se ha abierto principalmente a la Rusia de Vladimir Putin. El acercamiento a Moscú fue importante también porque en esos mismos años estaba volviendo a adquirir protagonismo en la región del Medio Oriente. El-Sisi entonces colocó a Egipto claramente al lado de la coalición sunita de Arabia Saudita, especialmente debido al enemigo común que suponía la Hermandad Musulmana. Y los petrodólares saudíes han comenzado a financiar varios proyectos considerados esenciales por El Cairo para relanzar la economía egipcia. La relación con los Estados Unidos de Trump también sigue siendo buena.

Hoy en día Egipto ha adquirido el sistema de superdefensa ruso apodado “Bastión” para proteger sus costas y sus yacimientos de gas en el Mediterráneo, y está fortaleciendo su capacidad naval a la luz de los desafíos que enfrenta en el Mediterráneo. Especialmente después de que el periódico turco Yeni Safak, cerca del partido de Erdoğan, haya publicado a mediados de junio que Turquía tiene la intención de establecer una base en la ciudad libia de Misurata, con vistas al Mediterráneo. Egipto quiere entrar en el mercado europeo de hidrocarburos, por lo que El-Sisi apoya el proyecto EastMed, que pretende lanzar gas egipcio, israelí y chipriota al viejo continente. 

El tablero de ajedrez del Mediterráneo ve a los soldados de infantería y a los caballeros en constante movimiento, dispuestos a cambiarlo todo, y esto no parece que lo tengan muy claro los líderes europeos. Especialmente Italia.