Documental sobre el vientre en alquiler censura a los niños
Ghosts of the Republique cuenta la historia de dos hombres que, sintiéndose bloqueados en sus aspiraciones paternales por la ley francesa, corren en búsqueda de la solución a Las Vegas; en donde, gracias a la madre sustituta Crystal, logran tener dos “hijos”. Los directores pasan por alto los derechos de los niños y admiten que quieren hacer un comercial para cambiar la cabeza de las personas y, por ende, de la sociedad.
Primero les tocó el turno a las madres sustitutas influencers, como Jessica Girado, que le contaba a sus seguidores su aventura día a día; o Breanna Lockwood, que explicó a sus 165 mil seguidores cómo su madre Julie, de 51 años, dio a luz a su hija en su lugar, como si una abuela que da a luz a su nieta fuera una buena idea. Así, la permanente propaganda del vientre en alquiler vuelve ahora a métodos más tradicionales, pero no menos insidiosos.
Prueba de ello es el lanzamiento en Amazon Prime, iTunes y otras plataformas de Ghosts of the Republique. Un nuevo documental de 80 minutos que cuenta la historia de Aurelien y Nicolas, una pareja homosexual de treinta años que, habiendo sido bloqueada en sus aspiraciones parentales por la ley francesa, corre en busca de la solución en Las Vegas, en donde gracias al encuentro con la Sra. Crystal (la madre sustituta), incluso logran obtener dos “hijos”.
Se trata de una historia que, en teoría, también podría haberse presentado como una denuncia de vientre de alquiler; práctica que, como se sabe, responde a pretensiones más que a deseos de padres. Lástima que, en cambio, Ghosts of the Republique sea, a todos los efectos, material propagandístico. Y esto, atención, algunos de sus críticos no lo apoyan, pero lo admiten los propios autores de la obra, quienes subrayan cómo se aspira cambiar la mentalidad sobre lo que es una familia hoy.
“La idea de lo que es una familia”, dice Jonathon Narducci, director del documental, “es uno de los pilares más importantes de la sociedad y Ghosts of the Republique muestra que la definición de familia está en constante evolución”. Por tanto, no es necesario suponer que detrás de la película hay un propósito manipulador: todo ya está admitido claramente. Entre otras cosas, la mera elección de dar este título a la película no es casual. De hecho, Ghosts of the Republique se refiere a los “hijos” de Aurelien y Nicolas, quienes, a la luz de las prohibiciones existentes, no están reconocidos como tales por la legislación francesa. Esto claramente sirve para hacer pasar por crueles no a quienes realizan o promueven una práctica aberrante como el vientre en alquiler, sino a quienes, con prohibiciones específicas, intentan obstaculizarla para proteger la dignidad de los menores, que no deben convertirse en moneda de cambio, y proteger la dignidad de la mujer.
A propósito de la dignidad de la mujer, otra joya de este trabajo es la presentación de la madre subrogada como simplemente entusiasmada con su papel. La citada Sra. Crystal, cuyo marido también se puede vislumbrar en un momento; quien, de hecho, considera muy normal su útero alquilado, revelando que está en contacto cariñoso y constante con los dos “padres”. “Aurelien y Nicolas -reveló la mujer en el transcurso de una reciente entrevista- se han convertido para mí en una segunda familia. Hablamos a menudo y estábamos planeando pasar una semana juntos a principios de este año, pero el Covid lo impidió. No vemos la hora de encontrarnos de nuevo. El vínculo creado por esta experiencia única e íntima es incomparable”.
Por su parte, los medios que dieron la noticia también están presentando este documental como fundamental para entender qué hay detrás de la gestación subrogada. Ghosts of the Republique “abrirá los ojos de los espectadores a los momentos dramáticos que las parejas homosexuales pueden tener para convertirse en padres”, promete Los Angeles Times, por ejemplo. De acuerdo, pero ¿y el punto de vista de los niños? ¿Y su derecho a tener un padre y una madre? Curiosamente, la nueva película parece no abordar todo esto. No es la primera vez ni puede considerarse una coincidencia.
De hecho, la bien engrasada máquina de propaganda pro vientre en alquiler no es la primera vez que se mueve sobre los rieles de la emotividad. Es decir, cuenta, si es necesario, con conmovedores trasfondos musicales, historias de aspiraciones paternales vividas por parejas que “se aman” y con ganas de “dar amor”. Incluso llega a presentar al público –lo que no es fácil, objetivamente– madres subrogadas felices con su “trabajo”. Sin embargo, nunca se considera el punto de vista del hijo. ¿Por qué? Probablemente porque, si se hiciera, emergería con toda crueldad la horrenda e inhumana realidad del vientre en alquiler; y esto, para quienes intentan cambiar las cartas en la mesa con hábiles pruebas de dirección, es simplemente inadmisible.