Cuando se desperdician los dones de Dios
¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! (Lc 10,13)
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Pues si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza.
Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».
(San Lucas 10,13-16)
Recibir gracias y dones del Señor es sin duda un privilegio, pero puede convertirse en una carga aún mayor si quien los recibe se niega a cambiar de vida. Precisamente por eso, en varias ocasiones, Jesús no quiso hacer milagros ni conceder favores a quienes, con dureza y prejuicios, rechazaban el Evangelio. Con dolor, llegó incluso a expresar un juicio severo sobre ciudades enteras que no habían acogido su misión de salvación. Y tú, cuando rezas, ¿buscas realmente al Señor o solo los beneficios que te puede dar? ¿Estás dispuesto a acoger a Jesús como guía de tu vida y no solo como fuente de ayuda momentánea?