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¿Quién alimenta la crisis?

Chile: las protestas, el gobierno y la infiltración comunista

Andrés Montero, experto en relaciones internacionales de la Facultad de Derecho y Diplomacia Fletcher y miembro del Comité Asesor de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile, explicó a la Brújula Cotidiana los motivos de una protesta que degeneró en criminal y que es similar -en los métodos- a la que ha afectado los Estados Unidos.

Internacional 03_09_2020 Italiano English

Hablar del “octubre chileno”, como denominan los medios internacionales la ola de violencia ocurrida en Chile desde el 18 de octubre del año pasado, resulta difícil en medio de tantas manipulaciones ideológicas en torno al tema. Por eso para entender la realidad chilena, hay que ir más allá de los banales titulares.

Lo cierto es que a esta fecha hace un año, Chile era el país con la economía más estable y próspera de América Latina. De pronto, esa nación próspera entró en caos y pasó a ser noticia con un supuesto “estallido social” que parece no tener fin. Ahora la pandemia ha agravado la comprometida situación social, con un índice de pobreza que hizo un salto de 9,8% en el 2019 a 13,7% en el 2020.

“Podremos recuperarnos del Covid-19, pero Chile solo estará sano cuando podamos, superando el odio, la indiferencia y violencia, reconstruir las relaciones fraternales en solidaridad y justicia”, se lee en el mensaje conclusivo de la 120ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile, del pasado 24 de abril.

¿Y se puede hablar de odio en un pueblo que era próspero? “Efectivamente existe mucho odio entre los chilenos, se incubó el odio de clases bajo conceptos de inspiración marxista”, aseguró el Prof. Andrés Montero a la Brújula Cotidiana. Para entender la situación chilena de cara al plebiscito que el próximo 25 de octubre determinará si se quiere o no una nueva Constitución, decidimos conversar con el Prof. Montero, quien es experto en relaciones internacionales de la Escuela de Derecho y Diplomacia Fletcher (EEUU) y miembro del Comité Consultivo de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile.

¿Cómo explica el odio que existe en Chile?
Efectivamente existe mucho odio entre los chilenos, pero no es un odio que haya surgido repentinamente, sino más bien trasciende desde hace décadas. Especialmente a partir de la década del 60, bajo el gobierno liderado por el demócrata cristiano Eduardo Frei Montalva, se incubó el odio de clases bajo conceptos de inspiración marxista. Se concientizó al pueblo que aquel que tenía más, era malo. Se llevó adelante un proceso de usurpación de tierras a sus legítimos dueños con la Reforma Agraria, que fue muy apoyada por la jerarquía católica progresista. Esto polarizó a Chile y en 1970 nos llevó al gobierno marxista comunista de Salvador Allende, que en 3 años destruyó la economía y dividió a Chile en bandos irreconciliables. La insostenible convivencia interna llevó a Chile a un callejón sin salida, que obligó a las fuerzas armadas tomar el poder por 17 años y más tarde llamaron a elecciones, permitiendo el retorno a la democracia con una transición alabada internacionalmente. Hoy en Chile hay mucha violencia, hay terrorismo con nexos internacionales y un millón de inmigrantes ilegales pobres, la mayoría de Haití y Venezuela, que entraron a Chile con la venia del gobierno de la marxista Michelle Bachelet, ex exiliada en la DDR de Erich Honecker y hoy Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU.

Como respuesta a la crisis actual, el gobierno de Piñera convocó el plebiscito. En uno de sus artículos, usted afirmó que el mismo está “gatillado por la extorsión de delincuentes que quemaron y destruyeron sin restricciones”. ¿Por qué habla de extorsión y a qué delincuentes se refiere?
El 18 de octubre de 2019, la autoridad decidió subir levemente el costo del pasaje del metro de Santiago. Está acción gatilló que una muy organizada red terrorista destruyera y quemara 80 estaciones del Metro de un total de 136 estaciones. Adicionalmente, quemaron decenas de iglesias, saquearon centenas de supermercados, destruyeron edificios patrimoniales y destruyeron monumentos de padres de la patria. Con la justificación de que la asonada fue seguida de una multitudinaria marcha “pacífica”, los políticos de oposición, con mayoría en el congreso sumado a una mayoritaria prensa de izquierda, presionaron a suscribir un acuerdo político que obligaba a llevar a delante un plebiscito que diera el pase para la generación de una nueva constitución. Si triunfa el “apruebo” habrá nueva constitución, que será redactada por una convención ciudadana o mixta, que incluiría parcialmente a representantes del actual congreso nacional. Del 18 de octubre a la fecha el país ha tenido daños feroces en infraestructura, terrorismo en la Araucanía y los demoledores efectos de la pandemia. ¿Quiénes están detrás de estos hechos delictuales? Cientos de jóvenes anarcos, con apoyo de bandas narcotraficantes y de miles de venezolanos pro Maduro ingresados ilegalmente, el Foro de Sao Paulo integrado por los ex presidentes comunistas de la región y con el apoyo de Alberto Fernández de Argentina. Las Farc de Colombia también juegan su rol, además de decenas de ONG’s europeas con recursos que alimentan el plan de tomar el poder en Chile. 

¿Por qué Piñera no fue capaz de afrontar eficientemente la crisis?
Pues Piñera es un presidente muy ingenuo, que cree que dialogando con la izquierda dura logrará algo. Cuando se produjo el estallido delictual de octubre 2019 le quitó atribuciones a la policía y no se respetó el estado de derecho. No ha sido capaz, pues su ADN es Demócrata Cristiano y contrario a la obra del gobierno militar. Bajo su gobierno los ya moribundos militares que salvaron a Chile del marxismo, siguen presos y no se cumple el debido proceso ni se respeta los derechos humanos de ellos. Las Fuerzas Armadas, garantes de la institucionalidad, no juegan ningún rol efectivo. Sebastián Piñera ha dejado de gobernar y pasó a ser manejado por el Congreso Nacional.  

En uno de sus artículos señala que “la izquierda dura, con indudables lazos con el chavismo y el castrismo, ha contaminado de manera brutal a la sociedad chilena”. ¿Tiene pruebas de la injerencia extranjera en Chile?
A Chile han llegado no menos de 500 mil cubanos y venezolanos en la última década. Bajo los gobiernos de la concertación, una infinidad de médicos cubanos y asesores en distintas materias llegaron de Cuba. Siempre existió estrecha relación entre Bachelet y Chávez y posteriormente con Maduro. La masiva llegada de venezolanos ilegales, con evidentes vínculos con el gobierno de Maduro han permitido establecer redes de inteligencia. Concretamente el Senador Chileno Alejandro Navarro es un invitado habitual a los eventos chavistas en Caracas. También los líderes del terrorismo chileno en la zona de la Araucanía han visitado Caracas y se han reunido con los máximos líderes chavistas, han recibido público apoyo para desestabilizar la democracia chilena.

Sin embargo, no se puede ocultar que entre los chilenos existe descontento social. Estuve en Chile y percibí que, aunque la gente repudia la violencia, hay mucho malestar en contra de las cúpulas (sean de izquierda o de derecha). ¿Qué ha fallado en la democracia chilena que dio espacio a lo que usted llama “estallido delictual”?
En Chile hubo un crecimiento estable y por un largo período. El descontento surge de las propuestas demasiado populistas llevadas adelante por los políticos, con ofertas de educación y salud gratis de calidad. El tamaño del Estado ha crecido de manera impresionante y los conceptos de sacrificio personal, ahorro individual, esfuerzo, estudio, trabajo duro, han desaparecido del léxico normal. Ahora se habla de beneficios del Estado, educación gratuita, salud para todos, horario laboral más corto, cuotas de género, beneficios a las minorías, mayores impuestos y todo aquello que implique apoyos del Estado, como si este fuera un ente infinito y que genera recursos eternos y crecientes.  A todo lo anterior debemos sumar que la llegada de 1 millón de inmigrantes ilegales, generó en la sociedad un aumento en el desempleo, una caída en los salarios y un aumento en la delincuencia. Hay muchos derechos y pocos deberes en el chileno medio.

Desde el retorno de la democracia, Chile ha tenido -incluyendo al actual- 7 gobiernos democráticamente elegidos, 5 de izquierda y 2 de centro derecha. Es decir, la izquierda ha tenido poder en Chile incluso con la actual Constitución. Entonces, ¿por qué quieren cambiarla? ¿A dónde quieren llegar?
Esa es una buena pregunta. Se debe consignar que la actual Constitución fue cambiada varias veces en democracia, por lo que le queda poco de la originalmente aprobada. Bajo el Gobierno del Socialista Ricardo Lagos, se promulgó una Constitución modificada que dejó contento a todo el mundo. La izquierda quiere hacer algo desde cero, pues argumentan que la actual Constitución nació bajo el gobierno militar y eso, según ellos, le restaría legitimidad. Esa es la razón aparente, pero la verdad es que la izquierda quiere ponerle una lápida a la propiedad privada y se cambien las bases de lo que ha significado la sociedad chilena en el pasado. Ellos quieren ir adelante con una Constitución que asegure la reelección al estilo Cuba, Venezuela, Nicaragua o China. 

Faltan menos de dos meses para el plebiscito, ¿la democracia chilena superará esta crisis?
Veo muy difícil el panorama interno. El poder ejecutivo está muy debilitado, el poder judicial continúa siendo demasiado garantista y el poder legislativo está conformado por parlamentarios de muy mediocre nivel, muchos de ellos elegidos con menos del 2% de los votos, en un sistema electoral muy ineficiente. Vienen días muy difíciles para Chile, salvo que los políticos históricos cambien de actitud y piensen en Chile de manera más racional. La economía está en un muy mal pie y el desempleo en niveles muy altos históricamente.