Santa Teresa de Ávila por Ermes Dovico
INTERVISTA AL EXILIADO

Chile a la deriva, Revolución como “sacramento”

En Chile la revolución fue preparada desde hace mucho tiempo durante las presidencias anteriores a la de Sebastián Piñera con el envenenamiento ideológico y la salvaje privatización. Piñera es cómplice de esta situación de caos porque no ha sabido detenerla, mientras que la ex presidente Bachelet es la verdadera arquitecta y sueña volver a Chile como la Chavez femenina y completar la revolución. Entrevista de la Brújula Cotidiana a Carlos Casanova Guerra, profesor venezolano exiliado  en Chile, que explica cómo Cuba y Venezuela están  animando la revuelta.

Política 28_12_2019 Italiano

El filósofo y profesor universitario Carlos Casanova Guerra (en la imagen abajo), nacido en Caracas (Venezuela) y residente en Santiago de Chile, afirma que “el mayor mal de Chile no es la pobreza. En realidad, el mayor mal de Chile es la ideologización de niños y jóvenes, llevada a cabo por los maestros y profesores y también por una porción del clero. Éste es el problema más difícil de resolver. Las mentes de la intelectualidad chilena están envenenadas por la ideología revolucionaria y será muy difícil hacerlas salir de su ceguera”.

La Brújula Cotidiana lo entrevistó recientemente.

Una vez que se desataron los sucesos en Chile, Ud. escribió que el país había entrado en “una fase más avanzada de subversión”. ¿Cómo se explica este carácter de “aceleración”?
La revolución ha venido preparándose en Chile desde hace mucho tiempo. Pasos importantes han sido: el asesinato de Jaime Guzmán [abogado constitucionalista y el principal “autor” de la Constitución chilena de 1980; asesinado el 1° de abril de 1991], la ocupación por los marxistas de los espacios educativos y culturales, aun durante los gobiernos de los demócrata-cristianos, que una vez más se prestaron para preparar el camino a la revolución y al sojuzgamiento de su país y de sus compatriotas, la destrucción de la moralidad tradicional del pueblo chileno: la legalización del divorcio, de la píldora del día después aun en desacato de una orden del Tribunal Constitucional, desacato del que participó Sebastián Piñera; la legalización del aborto y su consagración como un derecho conseguida gracias al voto de la Magistrada del Tribunal Constitucional que nombró Piñera. Aunque se establece una objeción de conciencia, está tan restringida que, de hecho, las personas que intentan ejercer la medicina conforme a su sentido hipocrático paulatinamente son marginadas u obligadas a participar de alguna manera en el nefando crimen del aborto. La consagración legal de la ideología de género por el gobierno de Piñera, que vino a gobernar con el partido Evópoli, cuyo líder principal, Felipe Kast, estudió en Cuba y que promueve activamente esta ideología], la erosión del sentido de la autoridad por medio de protestas estudiantiles, tras las cuales se restringieron drásticamente las facultades de las autoridades escolares para exigir disciplina y se comenzó también a poner en jaque a los carabineros, o el servicio de policía de Chile. A esto se agrega la eliminación de las escuelas concertadas. Los colegios pasaron de ser municipales a ser nacionales, que cayeron completamente bajo control del Ministerio de Educación. Éste, por su parte, inició una agresiva campaña de ideologización de género, con pleno apoyo gubernamental y de la mayor parte del estamento político, más la unanimidad de los medios de comunicación de masas], la aparición y agudización del movimiento subversivo en la Araucanía, y la renuncia del Estado a ejercer efectivamente su soberanía sobre ese territorio. Si olvidar el tráfico de drogas, impulsado desde Bolivia y la conversión de la universidad chilena en un centro de ideologización de los jóvenes.

Luego llegaron las revueltas…
De esta manera se preparó la escena para lo que hemos visto en los últimos meses. Los ataques terroristas del 18 de octubre fueron cuidadosamente planeados y tuvieron resonancia popular, pero no del tipo que esperaban los revolucionarios: no se logró un desacato realmente masivo a la ley por parte de la población como sí se consiguió en Caracas en 1989. El mayor éxito de los ataques se hizo posible porque el gobierno de Piñera realmente ha trabajado duro para terminar de erosionar la autoridad policial y para dejar al Estado chileno totalmente privado del uso de la fuerza, que ahora es monopolio de cualquiera que se auto-proclame revolucionario.

¿Es un problema interno chileno?
En esto la intervención de Michelle Bachelet desde la ONU ha sido decisiva. Me parece que ella planea convertirse en la Chávez de Chile. Ya han planteado los marxistas claramente su objetivo, nada menos que una Asamblea Constituyente que parta de cero, que no presuponga ninguna regla previa, ni jurídica, ni moral ni histórica, igual que en Venezuela. Con todo, a pesar del trabajo subversivo previo, han aparecido importantes focos de resistencia y, en realidad, el poder militar de Chile es grande y, si se volviera contra la revolución, ésta se perdería nuevamente. Por eso la astuta Bachelet, que es la arquitecta de lo que estamos viendo, comprende que debe avanzar sinuosamente.

¿Existe una “cuestión social” en Chile? ¿Cuáles podrían ser los principios de solución?
En Chile se ha dado una ideologización muy profunda. Los defensores de la república se ven a sí mismos como “liberales”, sobre todo en el sentido económico. Así, por ejemplo, cuando Bachelet puso fin a la subsidiaridad de las escuelas, aunque algunos pocos profesores universitarios aconsejaron defender el sistema defendiendo la subsidiaridad y el derecho de los padres a decidir sobre la educación de sus hijos, los liberales defendían públicamente “el lucro en la educación”. Como comprenderá, en ese terreno la batalla retórica estaba perdida.

¿Esto se explica solamente respecto de las escuelas?
Algo semejante ha ocurrido en otros muchos terrenos. Ricardo Lagos fue capaz de acabar con la subsidiaridad del transporte en Santiago y establecer junto con Bachelet el sistema centralizado conocido como “Transantiago”, me parece que porque iba en la línea de las élites tradicionales chilenas de aprovecharse del sistema para obtener lucro. También Lagos fue capaz de entregar las autopistas en concesión con contratos que eran leoninos y que, como se ha demostrado, constituían una bomba de tiempo. De este modo los socialistas han podido dar buenos negocios a sus amigos o sostenedores al mismo tiempo que subvierten la sociedad chilena, “agudizando las contradicciones”.

¿Con qué efecto?
Esto explica que sea posible el abuso del crédito, con consecuencias deletéreas: algunos se encuentran en quiebra y son sacados del sistema crediticio completamente; como muchos son incapaces de pagar los créditos, el costo sube considerablemente, y con él los intereses; de este modo, quienes funcionan dentro del sistema tienen que cargar con intereses realmente usureros. A todo esto se suman las intervenciones extranjeras como la de China y la del narcotráfico.Los precios de los inmuebles crecieron desproporcionodamente. La clase media va siendo desposeída de la vivienda, o queda esclavizada por créditos a largo plazo que muchas veces no puede pagar.

¿Cuáles pueden ser las claves de solución?
Yo pienso que el sistema de pensiones (AFP), aunque ha sido muy criticado, es el único viable en una sociedad como la chilena, en la que la pirámide poblacional está invertida: los viejos son más que los jóvenes. Podrán hacerse ajustes, naturalmente, pero Chile no puede adoptar ningún otro sistema sin comprometer la salud de sus finanzas públicas.

¿El problema de Chile es la pobreza, entonces?
No. El mayor mal de Chile no es la pobreza. En realidad, el mayor mal de Chile es la ideologización de niños y jóvenes, llevada a cabo por los maestros y profesores y también por una porción del clero. Éste es el problema más difícil de resolver. Las mentes de la intelectualidad chilena están envenenadas por la ideología revolucionaria y será muy difícil hacerlas salir de su ceguera. El marxismo y Freud están de moda. También entre muchos clérigos. Los jóvenes dan rienda suelta a sus pasiones, Bachelet y su entorno, les han dado sexo, drogas, y les han dado un sentido de falsa moralidad por la oposición al tabaco y al alcohol y por el ecologismo neo-malthusiano que todo lo llena. Luego les han dado la “Revolución” como el gran sacramento que todo lo purificará. Y por cierto que Piñera y su entorno han contribuido a hacer más profundo este cáncer.

Entre los gobernantes, el foco de la noticias está puesto en Sebastián Piñera, el actual presidente de Chile. ¿Hay otros responsables políticos de los sucesos?
Los principales responsables son Michelle Bachelet, el Partido Comunista, el Frente Amplio. Pero Piñera, como ya he mencionado, ha tenido gran responsabilidad, por no haber hecho el uso debido de la fuerza del Estado. En dos días habría sido aplastada la subversión, de haberse puesto en ejercicio el poder del Estado Chileno. A mí me parece que Piñera es cómplice de la subversión de Chile por todas las razones que he mencionado y por su culpabilidad grave en el mal manejo de la presente crisis.

Muchos analistas políticos mencionan el influjo del castro-chavismo en los sucesos desatados a partir de octubre. ¿Está de acuerdo?
Sin duda el Castro-Chavismo está detrás de todo. Los propios políticos comunistas chilenos han viajado a Caracas en estas semanas y lo han manifestado. La PDI y los carabineros detuvieron a venezolanos y cubanos implicados en los disturbios. Las fechas de las consultas populares coinciden con fechas de la revolución venezolana: la municipal tuvo lugar el 15 de diciembre, a los 20 años de la aprobación de la constitución venezolana de 1999, el plebiscito tendrá lugar el 26 de abril, al día siguiente de los 21 años del equivalente plebiscito de Venezuela. Es sorprendente.

Llama mucho la atención que, junto a los sucesos revolucionarios, se hayan perpetrado sacrilegios, profanaciones, incendios a templos católicos. Gracias a Dios, no hubo muertos. ¿Por qué han ocurrido estos fenómenos?
La ideologización de los jóvenes chilenos ha sido muy profunda. Da miedo. Uno oye a niños de 13 años del Instituto Nacional coreando “Paco bueno, paco muerto” (“Policía bueno, policía muerto”). Con la excusa servida por los medios de la “pedofilia” del clero (efebofilia, en realidad, de una minoría muy pequeña), pero con el verdadero motivo del odio a la Ley de Dios, muchos jóvenes han aprendido a odiar a la Iglesia como opresora. La ideología de género y su falsa tolerancia, su tolerancia progresista, es la herramienta marcusiana de la revolución comunista chilena. No olvidemos que Marx no era en el secreto de su corazón un ateo, sino un satanista, un anti-teísta. No es extraño, por tanto, que un movimiento comunista sea satánico y realice quemas de iglesias y profanaciones del Santísimo Sacramento. Ellos están probando que el demonio y sus servidores saben dónde se encuentra la Verdad y Quién es su verdadero Enemigo.

Mientras tanto, la izquierda chilena no parece haber condenado estas profanaciones, sacrilegios e incendios de manera clara.
No las han condenado. Los marxistas, como Bachelet, no son pluralistas, no respetan los derechos de las demás personas. Sólo quieren imponer una tiranía totalitaria, y esclavizar a los demás conciudadanos, como ya lo había intentado hacer Allende. ¿No recuerda las cartillas de racionamiento? Además, como he dicho, un rasgo esencial de los marxistas es el odio al cristianismo. Cuando tuvo lugar la canonización de Alberto Hurtado, Bachelet acudió durante su candidatura presidencial del 2005 a la urna del santo vestida de rojo. Hizo toda la fila y, al llegar al ataúd, le dio una palmada firme, con la mano abierta, de arriba abajo, como lo había hecho Chávez en enero de 1999 con la Constitución venezolana: como diciendo, “abajo contigo”.

Esto era algo esperable…
Sí, pero lo más triste es que muchos pastores de la Iglesia chilena han sido bastante tibios en la condena a estos ataques, han apoyado de varias maneras el movimiento subversivo sosteniendo que favorece al pueblo; y, aunque condenando la violencia venga de donde venga, no han perdido ocasión para condenar en primer lugar a los carabineros, a la policía, como si la fuerzas del orden fueran las principales responsables de esa violencia. De hecho, el pueblo fiel no se ha movilizado a defender sus templos masivamente a causa de la tibieza de los pastores.