Cristo Rey por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Atender a las necesidades materiales de la Iglesia

No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. (Lc 10,4)

Después de esto, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa. Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: “El reino de Dios ha llegado a vosotros”». (Lc 10,1-9)


La misión con la cual los cristianos son enviados por Jesús a otros hombres no es un trabajo, sino una vocación. Quienes se dedican a tiempo completo, como los sacerdotes, no están obligados a efectuar otro trabajo y tienen derecho a una recompensa, obteniendo, por parte de los demás hermanos en la fe, lo que necesiten para vivir. Los consagrados dedican cada momento de su vida a la oración y a la ayuda espiritual de las personas que les son confiadas, y cada fiel debe, por consiguiente, ayudarles con ofertas de dinero o disponibilidad para cumplir diferentes tareas para que a ellos no les falte nada material. Cada uno de nosotros debe hacer un examen de conciencia y valorar si está respetando el quinto precepto general de la Iglesia, que es válido para todos los creyentes: atender a las necesidades materiales de la Iglesia.