Arraigados en Jesús
Somos siervos inútiles (Lc 17,10)
En aquel tiempo, dijo el Señor:
«¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida ven y ponte a la mesa”?
¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”? ¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: “Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».
(San Lucas 17,7-10)
El discípulo de Jesús, separado de Él, no vale nada. Como un sarmiento que sin la vid no puede producir nada, salvo marchitarse. Esta conciencia de humildad no desalienta a quien es un verdadero discípulo y, por lo tanto, desea seguir al Maestro y no precederlo. Si hemos realizado con alegre diligencia la labor que se nos ha encomendado, no tenemos nada que temer. ¿Te das cuenta de cuánto depende tu valor de permanecer unido a Jesús? ¿Vives tus responsabilidades con alegría y humildad o con fatiga y tristeza?
