¿A quién servir primero?
Dios conoce vuestros corazones (Lc 16,15)
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
Los fariseos, que eran amigos del dinero, estaban escuchando todo esto y se burlaban de él.
Y les dijo:
«Vosotros os las dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, pues lo que es sublime entre los hombres es abominable ante Dios».
(San Lucas 16,9-15)
Para agradar al Señor no basta con reconocer que Dios existe. De hecho, incluso el demonio sabe que Dios existe, pero no le obedece. La fe, entonces, no es solo un pensamiento o un acto de la mente: es sobre todo una decisión de la voluntad. Significa decir hoy: elijo amar a Dios y, por lo tanto, cumplir su voluntad. Debemos velar por que nuestra fe no se quede solo en lo teórico o lo intelectual, porque en ese caso corremos el riesgo de servir a la riqueza, ya sea en forma de bienes materiales, afectos desordenados o el juicio de los demás, mientras que debemos elegir servir a Dios. Hoy, ¿de qué manera estás eligiendo amar a Dios con tu voluntad? ¿Qué «riquezas» corres el riesgo de poner en lugar de Dios en tu vida?
