Vivir constantemente en la serenidad
Y nadie os quitará vuestra alegría. (Jn 16, 22)
En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada. (Jn 16, 20-23a)
Después del sufrimiento y la tristeza de la muerte en la cruz de Jesús, los apóstoles experimentaron la suerte de verlo resucitado en medio de ellos. La misma cosa le sucede a toda mujer que tiene la suerte de ver nacer a su hijo no obstante los fuertes dolores del parto. También nosotros debemos aprender, sabiendo que Jesús está siempre con nosotros, a vivir constantemente con serenidad, y no con angustia, las dificultades de nuestra vida. Tratemos de no olvidarnos nunca de esta alegría.