Venezuela: desastres petroleros y silencios cómplices
Mientras el mundo habla de emergencia ambiental, en Venezuela los derrames de petróleo ocurren desde hace años: afecta a 4 kilómetros de la costa del Estado Carabobo y 8 de la costa de Falcón. Otro derrame produjo una nube negra de más de 20 kilómetros y aguas aceitosas de más de 4 kilómetros cuadrados (600 campos de fútbol). Una catástrofe que se produce ante el silencio de las autoridades nacionales e internacionales.
Venezuela, el país con las mayores reservas de petróleo del mundo y que antes del Socialismo del Siglo XXI era conocida a nivel internacional como una potencia petrolera, hoy exhibe una industria petrolífera en ruinas, en la que los derrames se han convertido en una constante.
La Brújula Cotidiana visitó las playas cercanas a El Palito, uno de los complejos para la refinación del petróleo de mayor envergadura en Venezuela, encontrando a una imagen postapocalíptica: la costa totalmente pintada de negro con familias enteras bañándose en el mar como si nada. “Desde el 2015 somos afectados por los derrames de petróleo, hemos ido a PDVSA (empresa estatal de petróleos del país), hemos ido a la radio, a la alcaldía, a todas partes, y nadie soluciona el problema”, denunció Cecilia Vásquez, una trabajadora del balneario cercano a la refinería.
Mientras el mundo se preocupa por la emergencia ambiental ocurrida en la Isla de Mauricio por el derrame ocasionado el año pasado por un buque japonés encallado, en Venezuela los derrames son continuos desde hace años sin que nadie se pronuncie o emita una alerta internacional. Una situación inexplicable, cuando la marea negra afecta de manera sistemática 4 kilómetros de la costa del estado Carabobo y 8 kilómetros de las costas de Falcón, alcanzando incluso el Parque Nacional Morrocoy.
El pasado 9 de febrero el director del Laboratorio de Sensores Remotos de la Universidad Simón Bolívar (USB), Eduardo Klein, denunció en un tuit que PDVSA daña continuamente el ambiente, luego de la marea negra que afectó 12 kilómetros cuadrados el pasado 07 de febrero.
“Sucede una vez a la semana”, confirmó Angie Perdomo, habitante de la zona. “Ahorita de hecho hay manchas de gasoil en la orilla. No es bueno para el ser humano que se estén bañando en un agua contaminada”, dijo. En cambio, Tania Peyero, una turista que tomaba el sol en la playa a pesar del color oscuro de la arena, aseguró que “hace unos meses esta playa estuvo muy sola por los derrames de petróleo. Los muchachos venían a la orilla y salían con manchas de petróleo en la piel”.
Según el periódico venezolano El Carabobeño, entre julio y noviembre de 2020, la Refinería El Palito ha sido la causante de al menos cinco derrames petroleros. Información que se fundamenta en el monitoreo satelital que continuamente realiza y publica en su Twitter el experto Eduardo Klein (@diodon321), quien asegura que esta refinería “está totalmente fuera de control”.
Pero el problema de los derrames no existe solamente en la refinería El Palito, pues en febrero Eduardo Klein reportó en su Twitter otro derrame en la refinería Cardón, “produciendo una nube negra de más de 20 kilómetros de largo y aguas aceitosas que se extienden por más de 4km² en el Golfo de Venezuela. Eso equivale a más de 600 canchas de futbol”, escribió. Una real catástrofe ambiental con consecuencias aún inestimables que ocurre ante el silencio cómplice de las autoridades nacionales e internacionales.
Lo cierto es que de las 63 plantas que posee el Complejo de Refinación Paraguaná (CRP), “no están operativas ni el 10%”, aseguró el diputado Luis Stefanelli, miembro de la Comisión de Energía y Petróleo de la Asamblea Nacional (AN) al periódico El Carabobeño. Explicó que las pocas que están operativas fallan, como la Refinería El Palito que opera al mínimo de su capacidad instalada debido al deterioro acumulado y la falta de mantenimiento. “La planta no funciona a cabalidad y produce muchos más desechos de los que debería. Estos residuos adicionales van a la laguna sin un proceso de reciclaje adecuado”, aseguró el parlamentario de oposición.
En tanto, las consecuencias para la salud de los habitantes son desastrosas: esta situación afecta “a las personas que trabajan aquí el día a día, que necesitan la afluencia de turistas para sobrevivir. Si la playa está contaminada y no hay turistas, ellos no sobreviven. También afecta a los pescadores, porque cada vez que se derrama petróleo tienen que intentar pescar más lejos. Entonces se manchan las lanchas, se manchan los motores. Entonces, los derrames que suceden aquí no son buenos para nadie, ni para los animales, ni para la pesca, ni para los seres humanos”, agregó Angie Perdomo.
Un humilde pescador de orilla que no quiso dar su nombre porque ya ha tenido problemas con la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) que custodia la zona, pidió ayuda humanitaria. “Nuestras lanchas están llenas de petróleo, las atarrayas también están llenas de petróleo y nuestros pies. Este derrame aquí es fuerte. A veces uno está buscando un pescadito para llevarle a los hijos y no se consigue nada. El gobierno debería comprometerse a mantener la refinería operativa sin tanta contaminación y darnos alguna ayuda humanitaria”, dijo el pescador visiblemente molesto.