San Hugo de Grenoble por Ermes Dovico
Déficit

Una comisión para la campaña de recaudación de fondos del Papa

Con un documento especial, Francisco instituye un nuevo organismo destinado a «recaudar fondos de donantes voluntarios». Para mantener la promesa de dar a los pobres hay que pedir a los ricos. Y aunque el latín ya no esté de moda... pecunia non olet.

Ecclesia 28_02_2025 Italiano English

El latín ya no está tan de moda en el Vaticano, pero pecunia non olet es el adagio más eficaz para describir el último documento sin firma del Santo Padre hecho público hace dos días. El pasado 11 de febrero, tres días antes de su ingreso, Francisco instituyó la Commissio de donationibus pro Sancta Sede. El organismo nace a raíz de la gran preocupación que ha atenazado al pontífice romano durante mucho tiempo: el déficit monstruoso del Vaticano. Deberá buscar soluciones incentivando «las donaciones con campañas específicas entre los fieles, las Conferencias Episcopales y los posibles benefactores, subrayando su importancia para la Misión y las obras caritativas del Santo Padre» y obteniendo «financiación de donantes voluntarios para proyectos específicos presentados por las instituciones de la Curia Romana y por el Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano».

La institución de la Commissio parece amplificar aún más el proceso de burocratización en la gestión de las finanzas vaticanas. Los intentos de centralización que se habían hecho hace unos años bajo la Apsa fracasaron como consecuencia de una reordenación de competencias entre los distintos sujetos implicados. Ahora es difícil orientarse en el terreno de las competencias entre la Secretaría de Estado, la APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica), el Governatorato y la Secretaría de Economía (SpE). Precisamente esta última, muy poderosa y temida bajo la dirección del laico Maximino Caballero Ledo, parece salir debilitada de la enésima medida en materia económica. En el artículo 7 de los estatutos de la Comisión Europea, de hecho, se lee que «la Comisión se apoya en la Secretaría de Economía para lo que considere necesario y le transmite, a título informativo, un resumen anual de sus iniciativas». En resumen, la Secretaría de Economía no puede hacer mucho frente a esta comisión que «responde directamente al pontífice romano».

Además, el párrafo 2 del artículo 1 de los estatutos parece abrir un complicado escenario futuro en la gestión del Obolo de San Pedro, hasta ahora en manos de la Secretaría de Economía, que la Comisión podría arrebatarle, aunque la norma no parece del todo clara.

Y a diferencia de la APSA y el Governatorato, la Secretaría de Economía no tendrá ningún representante entre los miembros de la Comisión. Basta con mirar el organigrama de la nueva entidad para hacerse una idea de los nuevos equilibrios en la Curia, que presumiblemente podrían haber influido en su creación. De hecho, el presidente nombrado fue monseñor Roberto Campisi, asesor de Asuntos Generales de la Secretaría de Estado. Fuentes autorizadas nos describen al diplomático siciliano en fuerte ascenso en la Curia hasta el punto de ser considerado uno de los nuevos «favoritos» de Francisco. La consideración es tal que algunos esperaban leer su nombre en la lista de nuevos cardenales anunciada el pasado octubre. En cambio, el cardenalato en la Secretaría de Estado recayó en el responsable de los viajes papales, el indio George Jacob Koovakad. Sin embargo, hay quien ha confiado a la Nuova Bussola que espera que el asesor sea nombrado arzobispo en breve. El nombramiento como presidente por un período de cinco años, en cualquier caso, firmado el 11 de febrero pero publicado con el Papa en pronóstico reservado en el hospital, no debe haberle procurado simpatías en el Vaticano.

Junto a Campisi, entre los miembros de la comisión, aparece el nombre de la hermana Alessandra Smerilli. La religiosa economista parecía un astro en ascenso en el firmamento vaticano y se la señalaba como destinada a asumir un cargo de prefecta después de que la hermana Simona Brambilla rompiera la barrera de cristal en la Curia. Pero ya no es tan seguro que pueda llegar a ser promovida al dicasterio para el servicio del desarrollo humano integral, del que es secretaria, tras la jubilación del cardenal Michael Czerny, aunque sus admiradores, según algunos bien informados, la verían incluso en el sillón más importante de la Santa Sede en caso de cambios inesperados. Sin embargo, la monja puede contar con una relación de absoluta confianza con el influyente Campisi, que debería haberle abierto las puertas de la recién creada comisión. En el pasado, el activismo de Smerilli había sido del agrado de Francisco, especialmente después de haber acompañado a varias empresas a una audiencia con él. Conocimientos útiles para aquellos que, por estatuto, están llamados a «encontrar financiación de donantes voluntariosos».

En resumen, el pontificado de Francisco, que está a punto de comenzar su decimotercer año, parece tener una necesidad desesperada de ricos para poder mantener el juramento que hizo al cardenal Claudio Hummes inmediatamente después de su elección de no olvidarse de los pobres.