San Gil por Ermes Dovico
FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Un tiempo de gracia

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino (Lc 4,30)

En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor».

Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.

Y él comenzó a decirles:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.

Y decían:
«¿No es el hijo de José?».

Pero Jesús les dijo:
«Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”, haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún».

Y añadió:
«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán y el sirio».

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

(San Lucas 4,16-30)


El pasaje de las Escrituras que Jesús proclama es aquel en el que el profeta Isaías anuncia el año de gracia del Señor, el jubileo judío. Este tiempo especial se consideraba un período de benevolencia divina, no solo porque se devolvían los bienes y se liberaba a los esclavos, sino también porque se experimentaba concretamente la misericordia de Dios: no se cultivaba y se vivía de lo que la tierra daba espontáneamente. De manera providencial, es precisamente con este mensaje de liberación que comienza la misión pública de Jesús, una liberación que afecta a todas las formas de esclavitud: no solo el pecado y la muerte, sino también nuestra forma de vivir cerrados a la dimensión espiritual, olvidados de mirar hacia arriba, hacia Dios. En este año jubilar que llega a su fin, ¿no te gustaría que cada día de tu existencia se convirtiera en un «año de gracia», aprendiendo a reconocer los signos y las personas que Jesús pone en tu camino para liberarte del mal y de la dureza de la vida?