Tres días proféticos
Se volvieron a Jerusalén buscándolo. (Lc 2, 45)
Sus padres solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón. (Lc 2, 41-51)
Durante la Pascua, cuando tenía doce años, Jesús se quedó en Jerusalén separado de sus padres, que volvieron andando a buscarlo. La pérdida duro tres días, igual que la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Cristo. Pidamos a la Virgen que nos ayude a no dudar nunca de las verdades de fe que la Iglesia nos propone creer como, por ejemplo, la Resurrección.