San Columbano por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Testimoniar la Verdad resistiendo al maligno

Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto. (Mt 5, 48)

Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas. Habéis oído que se dijo: “‘Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo”. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto. (Mt 5, 38-48)


En el Evangelio de hoy Jesús, hablando con sus discípulos, les recomienda amar al prójimo, como está previsto en los Mandamientos, pero sin odiar al enemigo. ¿Tiene que poner el discípulo la otra mejilla como sugiere Jesús? En realidad, no; de hecho, el mismo Cristo no la puso al siervo del sumo sacerdote cuando fue injustamente golpeado durante el proceso previo a la Pasión. No la otra mejilla, sino la fuerza de testimoniar la Verdad; y, de hecho, preguntó: «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?» (Jn 18, 23). Teniendo en cuenta esto, se puede comprender fácilmente la legítima defensa. En resumen, es más caritativo testimoniar la Verdad resistiendo al maligno que permitirle cometer el mal.