San Esteban por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Si no tenemos a Jesús con nosotros

Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis. (Jn 12, 8)

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?». Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando. Jesús dijo: «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis». Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no solo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús. (Jn 12, 1-11)


Jesús afirma que la Iglesia siempre tiene pobres, pero que no siempre le tienen a Él. Los pobres de los que habla Jesús no son solo las personas que se encuentran en una mala situación económica, sino las que no lo han conocido o le han rechazado y, como consecuencia, han perdido el sentido de su vida. Si no tenemos a Jesús con nosotros, no podremos ayudar a los pobres desde el punto de vista material ni, mucho menos, desde el espiritual.