Ser sinceramente dóciles a Dios
Vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. (Mt 6,8)
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal”. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas». (Mt 6,7-15)
La mayor parte de los padres, aunque pecadores, intentan hacer el bien en aras de sus hijos. Sin embargo, cuando somos niños, no tenemos una conciencia perfecta, en esta vida terrena, de los elementos como para valorarnos a nosotros mismos y lo que implica buscar nuestro bien. Por tanto, confiemos con sincera docilidad en la voluntad divina, aceptándola incluso si a veces parece no responder a nuestras oraciones.