Santo Tomás por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Seguir fielmente a Jesús

“¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!” (Mt 25,6)

Entonces se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”. Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”. Pero las prudentes contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”. Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”. Pero él respondió: “En verdad os digo que no os conozco”. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora». (Mt 25,1-13)

La decisión de seguir fielmente a Jesús debe ser tomada con total libertad por cada uno de nosotros. El aceite de la fe que alimenta la lámpara de nuestros corazones no puede ser comprado por otros, sino que lo pedimos como regalo a Dios y lo cultivamos a diario. Las vírgenes estúpidas representan a quienes han llevado una buena vida, más para ser admirados por los hombres (vendedores de aceite, símbolo de la aprobación de los hombres), que por reconocimiento de los dones recibidos de Dios. El sueño que captura a las vírgenes por la noche representa la muerte y el coloquio con el esposo es el juicio al cual todos seremos sometidos. En ese momento, el aceite del reconocimiento interesado por parte de los hombres no tendrá ningún peso, sino que la salvación que deseamos se realizará solo si Dios en ese momento afirma que te conoce. ¿Estás listo para encontrar al Señor que hoy mismo podría pedirte cuentas de tu vida para salvar tu alma o condenarla definitivamente a las penas del infierno?