San Pablo VI por Ermes Dovico
PAV E INSTITUTO JPII

Satisfacción pero sin entusiasmo: el futuro tras Paglia es una incógnita

La salida de escena de monseñor Paglia es sin duda motivo de satisfacción, pero los hombres llamados a sustituirlo no garantizan que exista la voluntad de devolver la Pontificia Academia para la Vida y el Instituto Juan Pablo II a sus orígenes.

Ecclesia 28_05_2025 Italiano English

Con la sustitución en la presidencia de la Pontificia Academia para la Vida (PAV) que se ha anunciado ayer, cae definitivamente el telón sobre monseñor Vincenzo Paglia, el “sicario” elegido por el Papa Francisco para trastocar el magisterio de san Juan Pablo II sobre la vida y la familia. Una labor a la que Paglia se ha dedicado con gran eficacia durante estos nueve años en los que ha desempeñado, además de su cargo en la PAV, el de Gran Canciller del Instituto Juan Pablo II sobre el Matrimonio y la Familia, tras haber sido durante cuatro años presidente del Pontificio Consejo para la Familia.

Como documenta el artículo de Tommaso Scandroglio, hoy la PAV y el Instituto Juan Pablo II son parientes lejanos de las instituciones tal y como las pensó el Pontífice polaco, con la convicción de que la vida y la familia eran el mayor desafío que el mundo lanzaba a la Iglesia. Por lo tanto, que monseñor Paglia finalmente se vaya no puede ser más que motivo de satisfacción.

Pero no hay que dejarse llevar por un entusiasmo fácil, porque su salida de escena no indica por sí misma una revolución, ni un retorno a los orígenes, ni un giro claro. En primer lugar porque era necesaria y esperada: monseñor Paglia cumplió 80 años el pasado 21 de abril, día de la muerte de Francisco, por lo que habría salido de la escena incluso si el Papa Bergoglio siguiera vivo. Precisamente la muerte del Papa y todos los trámites obvios para el inicio del nuevo pontificado han retrasado, en todo caso, este paso. Es más, hay que pensar que la sucesión de Paglia ya estaba preparada de antemano.

Más bien cabe señalar que la decisión sobre la PAV se había tomado una semana después de la del Instituto Juan Pablo II, lo que podría indicar que el Papa León XIV ya tenía dudas sobre la solución propuesta por su predecesor o, en cualquier caso, quería reflexionar más al respecto.

Otro elemento a tener en cuenta de cara al futuro es el perfil discreto de los dos llamados a sustituir a monseñor Paglia: el cardenal Baldassare Reina (vicario general de la diócesis de Roma, en la foto de LaPresse) en el Instituto Juan Pablo II y monseñor Renzo Pegoraro en la PAV. En el primer caso se trata más bien de una vuelta a la normalidad administrativa, dado que antes de Paglia el cargo de Gran Canciller del Instituto correspondía al vicario de Roma. Por otra parte, no se conoce ninguna actividad destacada ni toma de posición importante del cardenal Reina sobre los temas centrales para el Instituto Juan Pablo II. Por el contrario, desempeña un papel fundamental el rector, monseñor Philippe Bordeyne, cuyo nombramiento en marzo de 2021 completó la transformación del instituto bajo el lema de Amoris Laetitia y el vuelco de la moral católica. Por lo tanto, es difícil imaginar que algo cambie aquí para mejor sin una sustitución del rector y una vuelta a los Estatutos de 2017, con los que se quiso reconstruir el instituto sobre las cenizas del que san Juan Pablo II fundó en 1982.

La prudencia también es necesaria en el cambio de guardia en la PAV, donde ha prevalecido la solución interna: monseñor Pegoraro ya era canciller de la Academia desde septiembre de 2011, y fue Benedicto XVI quien lo nombró para ese cargo. Esto ya da una idea de un rasgo característico del nuevo presidente: dada la revolución que se produjo con la llegada de monseñor Paglia, debe ser una persona capaz de adaptarse a orientaciones “políticas” muy diferentes. En estos años se ha distinguido de Paglia solo por una mayor competencia (es licenciado en Medicina y ha sido profesor de Bioética), pero de hecho ha apoyado su línea. Sin duda no nos encontraremos con las declaraciones imprudentes o graves simplemente para llamar la atención, que eran típicas de su predecesor. Pero al no tener autoridad en la materia (nada que ver con el primer presidente Jerome Lejeune o Elio Sgreccia, por decirlo claramente), es fácil intuir que seguirá la línea que le marque desde arriba.

Por lo tanto, el futuro del Pontificio Instituto Juan Pablo II y de la Pontificia Academia para la Vida aún está por escribir, y los hombres elegidos para sustituir a monseñor Paglia solo indican, por el momento, la voluntad del Papa León XIV de no provocar rupturas traumáticas y de avanzar a pequeños pasos. Veremos con el tiempo si habrá cambios reales o no.