San Víctor
Es una de las figuras más bellas en dar testimonio de Cristo durante la Gran Persecución, hasta entregar su vida
Una buena parte de la popularidad del culto a san Víctor († 303), se debe a la piedad de san Ambrosio hacia los mártires. San Víctor es una de las figuras más bellas en dar testimonio de Cristo durante la Gran Persecución, hasta entregar su vida. Ambrosio, obispo de Milán a partir del 7 de diciembre de 374, habló de él en la Expositio evangelii secundum Lucam y en el himno Victor, Nabor, Felix pii. Otras noticias sobre el santo están contenidas en una Passio posterior, que data del siglo VIII. A partir de estas fuentes, está claro que Víctor, Nabor y Félix eran tres soldados de Mauretania, una provincia romana en el norte de África (que no debe confundirse con el estado actual de Mauritania). Ellos habían llegado a Milán, la ciudad donde el augusto de Occidente Maximiano había establecido su capital, y allí se convirtieron al cristianismo.
La purga del ejército establecida por Maximiano y Diocleciano durante la Gran Persecución contra los cristianos (303-305) planteó a Víctor, Nabor y Félix, así como a muchos otros soldados unidos por la fe, enfrentarse con un dilema: o bien podían obedecer al emperador, que les exigía que ofrecieran sacrificios a deidades falsas y, por lo tanto, negaban a Cristo, o permanecían fieles a Dios. Los tres eligieron a Dios. Víctor fue arrestado y llevado a prisión. Para inducirlo a darse por vencido, lo dejaron durante seis días sin comida ni agua. Luego lo arrastraron al Circo, donde fue interrogado por el propio Maximiano y su asesor Anulino, pero él se mantuvo firme en su profesión de fe. Después de esto le flagelaron y, al regresar a prisión, otra terrible tortura: vertieron plomo fundido sobre sus heridas.
En los días siguientes, Víctor logró escapar, pero pronto fue encontrado en un establo, cerca de un teatro. Los perseguidores lo llevaron a un bosque de olmos y lo decapitaron. Su cuerpo enterrado fue encontrado por san Materno, obispo de Milán en la primera mitad del siglo IV. Materno hizo construir específicamente la Capilla de San Víctor en Ciel d'oro, una capilla cristiana primitiva llena de espléndidos mosaicos, que actualmente está dentro de la Basílica de San Ambrosio (cuyo nombre original era Basilica Martyrum) y donde aún se conservan las reliquias del mártir. Más tarde Ambrosio enterrará a su hermano san Sátiro († 378) junto al cuerpo de Víctor.
En su honor se construyeron monasterios e iglesias a lo largo de los siglos, como la Basílica de San Víctor al Corpo, o las ahora destruidas iglesias de San Víctor al Teatro, al Pozzo, all’Olmo y al Carcere. El nombre de San Víctor, patrón de los exiliados y prisioneros, se conoce hoy sobre todo por la prisión milanesa con el mismo nombre, terminada en 1879. En el pasado se sintió mucho su culto, especialmente en Milán y sus alrededores. Tanto así, que era muy normal la presencia de una iglesia dedicada a él. Y esta se consideraba una de las mayores pruebas de pertenencia de un lugar a la diócesis ambrosiana. De ahí el dicho: Ubi Victor, ibi ambrosiana Ecclesia.